El espejo

-Sucede a menudo. Me levanto por la mañana y el espejo está allí, esperando. La verdad es que siempre empieza igual. Justo cuando miro a los ojos de mi imagen reflejada. Es en el instante en que los cuatro iris marrones se alinean cuando lo que veo deja de tener importancia frente a lo que siento. A partir de este punto el resultado varía. Unas veces me veo capaz de cualquier cosa (aún sabiendo que tropezaré en breve), mientras que en otras siento como si el cuerpo me pesase demasiado, como un completo inútil o con ganas de volver a la cama y esconder la cabeza hasta el día siguiente.


- Según lo que cuentas parece como poco incómodo. Pero me temo que no se que decirte...¿no has pensado en librarte del espejo?

- No, por Dios. Jamás se me ocurriría

- Ah bueno, quizá te hayas acostumbrado a él después de tanto tiempo...

- No, no. En cuanto me acostumbrase pensaría en librarme de él

Bajando aquí de nuevo

Estábamos todos sentados en la oscuridad. Esperábamos con una mezcla de impaciencia y ganas de no perdernos ni un detalle a que empezase todo. De repente apareció la luz, y al poco rato, la música la acompañó mientras comenzaba el espectáculo. Cinco minutos más tarde ya ninguno estábamos allí. Nuestro cuerpo seguía sentado en el mismo lugar, dándonos pequeñas treguas a base de parpadeos, pero la cabeza de cada uno había volado hacia un lugar distinto observando la sucesión de actuaciones. Al no tener conectado el teléfono móvil no fuimos conscientes de cuanto duró hasta que terminó.
Con calma, debido en gran medida a la gran cantidad de gente que tenía que salir del recinto, nos dirigimos en silencio hacia la salida. De camino aprovechamos para volver a encender nuestros teléfonos móviles mientras hacíamos cola.
El frío nocturno nos acogió de nuevo en el exterior mientras sonaba la alerta de mensaje en mi teléfono móvil. Nos retiramos a un lado mientras leía el contenido del mensaje (cosas que hacer dentro de algunos días) y me agaché a atar los cordones de unas de mis zapatillas. No sé por qué me fijé en las aburridas baldosas grises que, como casi en todo Madrid, cubrían la acera.
Una vez en pie miré a cada una de ellas a los ojos y me di cuenta de que sentíamos lo mismo.
- Bueno, vámonos de aquí.¿Por dónde...

En un sueño

Sintió el vértigo de una caída al vacío justo antes de toparse con ilógica suavidad con el blando suelo. Se levantó vacilante, extrañado de tan peculiares hechos.
No tenía ni idea de que pasaba, pero lo que sí sabía con seguridad era que todo aquello era real. El fresco aire que traía aromas agradables a pesar de que no se divisaba nada a leguas en ninguna dirección. Todo pareció pasar a segundo plano cuando se tumbó en el suelo, respirando con lentitud mientras observaba el azul cielo que estaba apareciendo sobre su cabeza. Se incorporó sobre sus brazos para volver a sorprenderse al ver como la hierba comenzaba a crecer por todas partes dejando al antes gris suelo con un brillante y verde tapizado. Al poco rato, el paisaje era tan distinto ya que apenas le resultaba reconocible.
Esto no hace más que mejorar

No woman no cry

Caminaba por la calle con prisa, tenía que llegar a coger el último metro. El frío se introducía cada vez más en su cuerpo con cada soplo de viento. El invierno estaba a punto de llegar. Y pese a todo, en su interior la temperatura era aun mas gélida. Tristeza y desesperanza por doquier unidas a un contundente sentimiento de andar perdida por la vida.
Cruzó la esquina y se encontró de golpe con la estación, así que sacando el billete bajó las escaleras rápidamente. No se oía nada, la estación parecía vacía, y no tardó al comprobarlo al llegar al andén. Un cartel luminoso indicaba el tiempo que tardaría el siguiente tren. Al menos no he perdido el último...
Se sentó en uno de los bancos, disfrutando del acogedor calorcito que hacía allí abajo. Miró sin prestar mucha atención el cartel luminoso mientras pensaba en todo lo que había pasado durante sus últimos días. La estación estaba desierta, tan solo ella allí sentada esperando. Se sintió sola, lejana. Y toda la tristeza acumulada se derramó por sus mejillas sin control.


Un ruido creciente llegó por su izquierda hasta que el tren de dirección contraria entró en la estación. Con esfuerzo, se calmó un poco mientras miraba la gente que llenaba el vagón que tenía enfrente.
Un chico que escuchaba música, pegado al cristal de la puerta, hizo un movimiento llamando su atención. Se buscó en los bolsillos de los pantalones, primero en los laterales, luego en los traseros. Con un gesto de extrañeza metió las manos en los bolsillos de su cazadora, pero tardó muy poco en sacarlas. Mientras tanto ella, a pocos metros al otro lado del cristal observaba con curiosidad las acciones del chico. Por último, bajó la cremallera de la cazadora para, por fin, sacar un pañuelo de papel arrugado del bolsillo interior. Alzó el pañuelo y mirándola a los ojos se lo pasó por debajo de los suyos como secándose las lágrimas. El tren arrancó y, en un último instante sin saber muy bien que hacer, se llevó los dedos de la otra mano a los labios para después dejar la palma pegada al cristal mientras el tren salía hacia la siguiente estación.
Sentada en el banco, vio que ya faltaba menos tiempo para que llegase su tren. Y sin saber el porqué recordó la mano pegada al cristal. Por otro lado, el chico recordó la sonrisa y los ojos húmedos de la chica.
Aquella noche seguramente ambos llegasen un poco mas felices a su casa

Un empujoncito

La pelotita estaba en la cima de la colina. Si hubiese sido de color marrón no se habría distinguido de la tierra que cubría toda la colina. Era una visión extraña, una loma de laderas empinadas con la punta redondeada. Y allí arriba una pelotita de color rojo chillón, sin saber muy bien cómo había llegado allí, sabía que tarde o temprano acabaría bajando.
En aquellas alturas soplaba demasiado el viento y la temperatura era más baja, además la lluvia azotaba sin resguardo posible y el sol pegaba todo el día...
Vamos, que no estaba a gusto allí arriba. En cualquier momento bajaría rodando y terminaría su suplicio, pero no podía. Porque estamos hablando de una pelota. Sensible por aquello de notar el frío y calor, la lluvia... pero una pelota al fin y al cabo que no puede rodar a su gusto.
Al tercer día alguien subió hasta allí arriba y como compadeciéndola, la tocó suavemente impulsándola hacia la ladera. La pelota bajó alegremente por la cuesta agradecida de todo corazón a aquella mano que le había dado lo que más necesitaba en ese instante. Por que sabía que tarde o temprano habría bajado de allí. Sabía que la velocidad aumentaría hasta un punto de la ladera, donde volvería a disminuir hasta detenerse por completo a algunos metros de la loma. Y allí abajo sabía que estaría tranquila.
Pero ahora, gracias a ella, había sentido la velocidad de la bajada con toda su ilusión. Y a pocos metros de la loma, varios metros por debajo de la cima, se sintió tranquila

Consecuencias

Es curioso como a veces una acción aparentemente sin importancia a medida que pasa el tiempo da lugar a algo que si te paras a pensar da hasta miedito. El pequeño favor que es agradecido como si fuese la vida en ello. Y todo lo que llegó después.
Ahora para intentar recordar empiezo a tirar del hilo que tengo atado al zapato. El extremo lo conozco, al fin y al cabo lo veo cada vez que me calzo, pero a medida que voy tirando y tirando el tacto del hilo a veces me resulta extraño y otras familiar. Pero sigo, poco a poco, hasta conseguir ver el otro extremo. Atado con un frágil nudo simple, resulta muy difícil imaginar como ha permanecido agarrado a pesar de la distancia y los tirones que sin darme cuenta le habré pegado.
Allí sigue, y parece que con suerte seguirá por mucho tiempo.

PD:Y yo que me tengo que atar los cordones de las zapatillas al menos dos veces al día...Me encantaría conocer al tipo que hizo aquel nudo

Betty Vixen III

Dos días antes...

Corría entre los matorrales tropezando por la prisa. Si caía, seguía avanzando apoyando las manos hasta que conseguía erguirse de nuevo. La única idea en su mente era escapar como fuese de aquello.
Todo empezó cuando descubrieron los gustos del científico por lo esotérico. El interior de la casa hacía palidecer la celda de sanatorio del individuo mas desequilibrado. Estanterías repletas de libros antiguos que no pudieron leer al desconocer el idioma en el que estaban escritos. Pintadas rituales repartidas por todas las paredes, símbolos esotéricos donde quisiera que se mirase...
Y por si los ojos no se habían encargado de inquietarlos, ruidos extraños surgían de rincones oscuros y de la imaginación, que empezaba a jugar malas pasadas al trío. Deseosos por salir de allí, empezaron de inmediato a inspeccionar habitación por habitación tomando nota de cualquier objeto de valor.
Tan sólo una hora le separaba de aquel momento,y la situación era muy distinta. Frederick, el contable, debía continuar en el exterior junto a aquel álamo gigantesco. Su cuerpo permanecería tumbado, con la cabeza girada con aquella grotesca expresión de horror en su rostro. Nunca olvidaría la mirada de aquellos ojos mientras gritando algo que no llegó a comprender salió de la casa atravesando una de las ventanas del segundo piso. Y Richard...Richard, aquel estúpido arrogante, desapareció cuando aquella sombra apareció en el umbral. Esas pequeñas criaturas se lo llevaron casi en volandas mientras éste se revolvía intentando agarrarse a algo.
Ella salió de la casa sin detenerse a recoger nada, con una mente que le empezaba a jugar malas pasadas al no distinguir lo real y lo imaginario. Si es que había algo de imaginario en todo aquello. Se dirigió en la dirección al pueblo mas cercano, sangrando por diversos cortes y tiritando febrilmente. Las sombras de los árboles, agitadas por el viento, intentaban atraparla en su huida. La luna, brillando en lo alto, delataba su claro vestido en la oscuridad que la rodeaba. El río, que tomó como referencia para llegar al pueblo, se burlaba de ella con su armonioso chapoteo de aguas tranquilas. La cabeza le daba vueltas y se sentía débil por la fiebre.


Con un grito de júbilo sofocado, descubrió luces de viviendas en la lejanía. Se detuvo un momento al notar movimiento a su derecha. Vio una de aquellas pequeñas criaturas:
No, no dejaré que me cojas como al estúpido de Richard. ¡Oh, Richard! Malditos seáis...
Se dio la vuelta tambaleante, antes de tropezar a los pocos metros y caer al suelo. Después, se hizo la oscuridad.

El chico se asustó tanto o más que ella al encontrarla. Corrió hacia su casa, donde avisó a sus padres. Se dio aviso al médico del condado vecino mientras observaban como su estado empeoraba. Su estado era ya crítico pocas horas mas tarde cuando llegó el doctor.
Los últimos aplausos resonaron en la sala mientras Betty dejaba el escenario. El pianista se levantó mientras, con cuidado, bajaba la tapa del piano y colocaba el taburete bajo éste. El camarero, tras la barra, animaba a los clientes a que abandonasen el local. El espectáculo había terminado

Betty Vixen II

Un tiempo antes...

Durante el viaje había coincidido con dos europeos que hablaban de cuestiones de trabajo. Uno era contable de un prestigioso banco y el otro un ex-detective que se ganaba la vida cobrando las deudas a aquellos clientes a los que les costaba soltar el dinero debido a su debido tiempo.
Y allí estaban, directamente desde Europa, para cobrar una importante cantidad de dinero de un cliente recientemente fallecido. Todo lo que había que hacer era llegar al pueblo donde vivía el cliente (al parecer un científico autodidacta) para tasar su residencia y bienes. No se conocían familiares por lo que ambos sabían que el banco, en una hábil jugada legal, adquiriría toda la herencia. Y se estimaba mucho mayor que la deuda a pagar. En cualquier caso, los que decidirían cual sería el valor de dicha fortuna serían ellos.
Dos hombres de "vacaciones de trabajo", que pretendían hacer la vista gorda y no reparar en gastos a costa de las posesiones del recién fallecido. Ganas de diversión y dinero fácil.
Y una preciosa mujer arruinada, que vio en aquellos hombres la oportunidad de vivir tranquilamente un tiempo hasta que las aguas se calmasen. Se adaptó perfectamente al cambio de las luces del escenario a la complacencia y buena vida que aquellos tipos ofrecían. Lo tomó como unas vacaciones.

Y los rayos de un sol naciente entraron por las ventanas del tren.

Continúa...

Perdido

Siguió caminando sin pensar en nada. En nada más que lo que tenía en la cabeza desde hace dos días ya. Porque necesitaba pensar con calma en todo lo que había pasado. Todo lo que les había pasado varios días antes.
Si bien podemos decir que tuvo suerte si comparamos con el resto su principal preocupación no surgía de la situación de sus compañeros, si no de él mismo.
Lo pasado, pasado está - se repetía constantemente.
Y es que no era para menos. Se había sorprendido de si mismo. Recordó una frase que escuchó un día : Basta con un par de meses para conocer a una persona, pero suele llevar una vida conocerse a uno mismo. Nunca estuvo totalmente de acuerdo con ella (con matices), pero en un irónico giro del destino ahora se le antojaba más cierta.


Caminó sin rumbo durante unas horas hasta que comprobó (lo de "sin rumbo" no es una expresión hecha) que no tenía ni idea de donde estaba. Todo pasó a un segundo plano. Tras unos instantes de recordar y un poco de exploración consiguió situarse a duras penas a un buen trecho del punto de partida. El siguiente paso fue encontrar transporte para volver, que por suerte apareció pronto.
Sentado en la última fila del autobús miraba el paisaje por la ventanilla. Aún le quedaban unos quince kilómetros para llegar

Explosión

Suma y sigue. Otro día para recordar, cuanto mas tarde mejor. El mundo estaba hecho a mi medida. Exactamente, tan justo que no me podía mover sin chocarme con la nada a ambos lados. Claustrofobia absurda, diréis.

Todo continuaba igual y esto estaba pasando de castaño oscuro. La rabia empezó a crecer poco a poco. La notaba entre respiración y respiración. Se extendía, crecía hasta salir a través de mi piel. Empujaba abriendo hueco, retrocedía... hasta que empezó a concentrarse en mi pecho. Tan densa mezcla que notaba su peso bajo mi piel, en los pulmones, en el estómago. Cada vez se hacía mas insoportable. Tenía que salir, tenía que sacarla.

Y entre lágrimas de dolor, grité. Deseché todo lo que tenía en mi interior, que me rodeó en una impenetrable oscuridad asfixiante que por fortuna se fue diluyendo poco a poco.

Volvía respirar, estiré los brazos y salté por las calles. El mundo volvía ser grande, los olores, la luz...todo parecía mas llamativo. Todo era más importante y yo volvía ser pequeño. Mejor dicho, volví a sentirme pequeño. Porque siempre lo he sido. Porque siempre lo seremos

---------------------------------
El pedazo de imagen, de aquí

Pequeños y grandes cambios

Allí en el medio me sentía como fuera de lugar. Todo era perfecto. Una temperatura suave y una leve brisa que refrescaba la piel del calor del sol. Si existía el paraíso, estaba en el. El suelo era blando debido a las hojas secas que lo tapizaban. Aún era pronto y los árboles, conservando la mayoría de sus hojas, ocultaban lo que hubiese por encima de sus copas. Cielo y suelo, separados por la franja marrón de los troncos de los árboles, tenían el mismo color.
Y entonces me invadió el miedo. Miedo de que todo desapareciese si parpadeaba. Miedo a que el aire que salía de mis pulmones se llevase la brisa con él. Miedo, en definitiva, a perder algo que no era mío pese a sentir que lo era.
En un instante todo desapareció. Y lloré amargamente al verme rodeado de oscuridad. Por el cambio tan drástico que había sufrido mi alrededor. Y secándome las lagrimas recordé todo lo que acababa de perder y que quizá no volviese a ver. Y sonreí. Por el sutil cambio había ocurrido en mi interior

Betty Vixen

El acento londinense de Betty nunca fue un impedimento para su carrera artística. Carteles con su nombre pendían de la puerta de las mejores salas de espectáculos. Su precioso rostro y la desenvoltura con la que se movía en el escenario suplieron una voz que poco a poco fue perdiendo su encanto debido al consumo casi obsesivo de tabaco. Quizá fue sólo ley de vida o hubo algo más, pero la luz de la fama alcanzada se apagó de un soplido como la lámpara de un sereno.



Su representante, un aristócrata francés venido a menos había encontrado otra joven cantante francesa que pasó a ocupar toda su atención. Enfadada, Betty tuvo una acalorada discusión tras la que rompió toda relación con su antiguo manager. Aprendió la lección de la forma dura "No volvería a cometer aquel error" "Dejaría que aquella puta francesa se dedicase abrirse de piernas hasta que las tornas cambiasen. Y entonces ella estaría allí para verla caer."

Tras varios intentos buscando en salas menores y cafeterías de la ciudad, salió de Nueva York junto a una reducida maleta en un tren que la llevaría hasta lo que parecía el comienzo de una nueva vida

-------------------------------------------------------------------
Que su vida sea muy larga y su cordura dé para rato (con el permiso del gran Cthulhu)
La foto es de Peggy Lee. Pero para dar una imagen a Betty Vixen me viene al pelo


Si quieres, sigue

En el autobús


Subió corriendo al autobús segundos antes de que cerrasen las puertas y empezase a moverse. Buscó un hueco cercano al conductor, ya que estaba lleno de gente, y algo le llamó la atención.
Era un hombre de mediana edad. Llevaba traje, con corbata y todo, y una pequeña y elegante maleta en su mano derecha. Pero era su cara y su actitud lo más extraño de todo. Miraba hacia todos los lados con una curiosidad casi infantil con unos ojos que dejaban una sensación rara cuando los tenías clavados en ti.
A los pocos minutos de viaje el hombre empezó a hablar:

- Un gran invento el autobús. Parece mentira que funcione...es la grandeza del ser humano. Un conjunto de piezas que gracias a estar unidas pueden realizar una acción impensable por separado.

No había duda, le estaba hablando a él. Giró la cabeza para comprobar que efectivamente el hombre le estaba mirando sonriente, como esperando una respuesta. Tras un instante de duda, tras no llegar réplica, continuó:

- Y algún día alguna pieza fallará y todo el conjunto quedará inútil. No funcionará. No es si no otro ejemplo de la limitación del ser humano para la creación. Yo no tengo ese problema ¿sabes? No, no me refiero a lo de crear, si no a ser humano

La sospecha de que algo no era normal en aquel tipo era cada vez más acuciante. Sobre todo tras la última intervención. Pero picado por la curiosidad se decidió a hablar con él.

- Sí, es lo que tiene ser humano. La vida, la muerte, el hambre... - "Hala, de perdidos al río"

- Me temo que no te puedo ayudar en eso, no tengo mucha experiencia en esas cosas. Ni siquiera siento frío, a pesar de que en el infierno se está mas calentito... - miró al exterior por una ventana, con algo parecido a nostalgia.

- Ya, eso es porque no ha venido a Madrid en verano. Hay días que no corre ni pizca de viento y el asfalto quema por el calor hasta por la noche, horas después de que haya caído el sol. - "Pero parece que tiene sentido del humor. Creo"

Y a pesar de lo extraño de la conversación, el resto de la gente de alrededor los ignoraba. Aunque era bien cierto que intentar no llamar la atención era lo común cuando algún borracho o loco subía al autobús y se sentaba cerca de ti.

- Ya, pero en verano no se puede dejar el Infierno en otras manos. Todos los años desde el final de vacaciones de verano hasta que los polvorones, el frío y las comidas copiosas empiecen a hacer de las suyas tengo una temporada tranquila. Hoy mismo he dejado a un diablillo, bastante prometedor por cierto, encargado de los asuntos administrativos. Pero no estoy tranquilo. Creo que no se me da bien eso de delegar....

Era simpático, eso era indudable. Además en vez de a azufre tenía un tufillo a puro mezclado con colonia "potente" Ah claro, y estaba loco como una cabra. "Pobre chalado"

- ...y hablando de otra cosa. En la siguiente parada me bajo. Ojalá algún día pueda pasarme en verano. Bueno, espero que no nos veamos en otras circunstancias

El hombre se puso mirando hacia la puerta y dio la espalda al muchacho. Éste empezó a sentir una especie de alivio con su inminente marcha. La cabeza de ese hombre no estaba bien, eso estaba claro. "Mira que creerse el Diablo..." Cualquiera sabe donde irá tras apearse.
El autobús aminoró velocidad hasta parar y la puertas empezaron a abrirse. El hombre tomó impulso hacia la puerta, pero paró con un tirón y se dio la vuelta señalando a los pies del joven. Algo alargado y rojizo salía de debajo de uno de sus zapatos.

-Disculpa, me estas pisando - dijo antes de liberar su cola con un tirón y bajar del autobús

Con el runrun

Mis ojos siguen fijos mirando hacia arriba. Si la luz no estuviese apagada y se viese el techo al menos podría mantener la cabeza ocupada buscando en el gotelé alguna gota más gorda, más pequeña, con una forma curiosa...Pero no.
Tumbado boca arriba en la cama intento dormir. ¿Cuerpo? Cansado, demasiadas vueltas por ahí durante el día ¿Mente? Llena, a rebosar pero sin hacerlo. Hoy parece que nunca rebosa. Nuevas ideas, ampliación de antiguas. Y cosas, demasiadas cosas en las que no tiene sentido pensar y de las que no puedo parar de pensar. Cansancio, aburrimiento y ganas de que llegue el día cuanto antes. Para levantarme y moverme, hacer algo...Pero al parecer la carretera más directa está cerrada por obras y voy a tener que buscar otro camino. Ni pizca de sueño.

Y aquí estoy, quizá esto me sirva de algo. O quizá no. Bueno, mañana lo sabré.

Impulsos

Entro en el metro de vuelta a casa en uno de esos días en que vuelves mas dormido y cansado que en el viaje de ida. Me quedo de pie, no quiero tentar la suerte de sentarme y hacerme un ovillito. Mi antigua profesora de Lengua y Literatura del instituto ha mirado hacia otro lado cuando la he visto en el otro extremo del vagón. O tiene mala memoria o es un poco rencorosa. El resto del vagón está casi vacío, y no hay nada que me llame la atención.
Una parada, otra, otra más. Y yo pensando en comer algo y tirarme en la cama (el orden no importa). Una, dos, tres... parece que hoy mi línea tiene más estaciones que otros días. La poca gente que veo no saca los ojos de un periódico, se mira las piernas o miran los diagramas de las distintas líneas pintadas encima de las ventanillas del vagón. No tengo periódico y aunque me gustan, verme las piernas estando de pie me parece algo ridículo. Así que me pongo a mirar distraído hacia delante.
Es llamativo, los colorines y eso. Contrasta con los tonos del resto del vagón. Un cartelito arriba parece que explica como se debe usar. Paso de leer lo que pone, me fío de los dibujitos. Parece sencillo. Estaría bien probarlo. Aunque algo me dice que no. Para ver si funciona y eso, claro. Ya, pero es que quizá...
Cruzo de un paso al otro lateral del vagón. Miro la primera viñeta. Fácil. Alzo la mano y tiro con fuerza hacia abajo. El tren frena de golpe y la gente se desliza por los asientos mientras yo, a pesar de haberme sujetado a conciencia, casi pierdo el equilibrio. Una lucecita roja se enciende frente a mis ojos y miro la segunda viñeta. Ésta es algo más confusa. La gente del vagón me mira con cara de pocos amigos. Indeciso, me acerco a la placa metálica:
- Un arroz tres delicias y un pollo a la naranja. No, no quiero nada para beber

Me parece que la he cagado en algún momento. El vagón frena y abre sus puertas cuando choco suavemente con la pared y vuelvo a la realidad.
Mierda, no lo hice
Y salgo corriendo del vagón. He llegado a mi parada. Quizá la línea no fuese tan larga

Trabajo duro

- Oye...¿te has liado uno alguna vez?

- Sí sí. Pero es que este papel...Verás, yo uso otro bastante mas fino. Y mejor, si te digo la verdad.

- Bueno, tu verás.. - nunca se le había dado bien. Era increíble, casi toda la vida fumando y no había pillado ni un poco de maestría.Miró la hora distraído.

- Buff, odio este papel.¿Ves esta arruga gorda? Con el que suelo usar no habría problema. Tan solo pasando el dedo...

Estaba a medio camino entre una pelotilla arrugada de papel y un comienzo de cisne rollo origami. Ciertas personas hasta pagarian por ver como se ha liado una vez estuviese terminado.

- A ver, a ver.Trae un momento...creo que lo mejor será volver al principio.Estas dos esquinas hacia allí, la otra hacia abajo y la que queda hacia arriba ¡¿Y esta otra esquina?! - por un momento creía haber encontrado un rectángulo con cinco esquinas - No, no, ya está. Ale, voy a empezar un poco...Toma.Dámelo ahora para que siga otro rato

- Deja, deja. A ver si puedo...
...
...
Toma ¿ya está?


No tenía ni punto de comparación con el anterior. De hecho parecía uno totalmente normal o quizá incluso mejor que los que se solía hacer. Pero todavía había que liarse otro más.

- ¡Ey! ¡Está chulo!. Voy a empezar, creo que tenemos que hacer otro

- Dios. Vaya mierda de papel...

Vistiéndose


Abrió con pereza el armario, imaginando que la visión de la ropa le ayudaría a decidir que ponerse. En la primera percha estaba, brillante y espectacular, la Autoestima. No estaba demasiado acostumbrado a llevarlo, así que pasó la percha para reparar en el corte sencillo y color poco llamativo de la Humildad. Joder, tampoco es eso. Siguió deslizando prendas de un lado a otro de la barra metálica. El tejido casi transparente de la Sinceridad, el corte serio y refinado de la Conciencia, la fuerte tela de la Tozudez, los vivos tonos de la Alegría, el negro impecable del Pesimismo... Pero no se decidía por ninguno. Y así llegó a la última. Indeciso, la observó con atención antes de optar por descolgarla y vestirse. Siempre que se lo ponía le pasaba lo mismo. No estaba seguro de qué era la chaqueta y qué el pantalón. Cuando terminó se miró en un espejo para, como siempre que se vestía con la Inconsciencia, no saber si le quedaba bien o mal.

Bueno, no creo que pase nada - pensó justo antes de salir por la puerta

Gira que te gira

El pequeño astro no hacía si no dar una vuelta tras otra sobre la gran masa a la que acompañaba incansable. Pasaba la eternidad, todo lo feliz que podría ser un astro, girando incansablemente. No necesitaba nada. Él tenía su centro del universo bien localizado, al igual que otros planetas que veía girar desde algunos años-luz de distancia.


En un instante determinado, el pequeño astro divisó un planeta gigantesco, verde y brillante como una esmeralda. No se dio cuenta de cómo, de manera inconsciente, fue modificando su órbita de manera cada vez más acentuada hasta que acabó girando alrededor de la gigantesca masa verde. Con una mirada atrás, observó cómo el anterior planeta era cada vez más pequeño a medida que se alejaba de él. Se sorprendió al volver los ojos hacia el planeta verde. Éste también empezaba a menguar ¿o era que su brillo se hacía más tenue? hasta que tuvo delante de sí un pequeño planeta de dimensiones parecidas a las suyas. Desencantado, el pequeño astro abandonó la órbita e intentó volver hacia su "centro". Pero la distancia era muy grande, quizá todo llegase a ser como antes o tal vez acabase perdido en la negrura del espacio. No le sería nada fácil. Nunca es nada fácil

Pensamientos mañaneros

Salgo de mi casa medio resacoso por falta de sueño y exceso de fiesta y me encuentro a un hombre pidiendo 50 céntimos para entrar al metro. Si, 50 céntimos. Un tipo encantador que me ha empezado a explicar que si se le había olvidado la cartera o no se qué (véase mi condición un par de linea mas arriba)
El caso es que me ha pillado blando/en un momento tonto/generoso/con prisa/despistado y se los he dado.
- De nada. Hasta otra - le he soltado mientras me dirigía a mi andén.
A veces me sorprendo de lo que afectamos a la vida de otra gente en determinados momentos. Tanto para bien como para mal. Yo que siempre tiendo a ser independiente en contadas ocasiones me veo en merced de otras personas que ni siquiera conozco. Y es lo suyo. No vivimos en una burbuja aunque veamos a la gente pasar a nuestro lado como si fuese una simple figura.
A los diez minutos, rodeado de gente desconocida en el vagón casi he envidiado al hombre que pedía los 50 céntimos. Al menos él había descubierto que la marea que le rodeaba tenía vida

Quitándose un peso de encima (y reciclando de paso)

Ya estaba harto de que siempre pasase igual. Parecía mentira que algo tan estúpido pudiese darle tantos problemas, pero así era. Así que decidió cortar por lo sano (nunca mejor dicho) y con unas cizallas rebanó sin pena ninguna el dedo gordo de su pie derecho. Cuatro días llevaba ya hinchándose y molestando hasta casi no poder dejarle andar. A partir de aquel día no echó nada de menos: ni el dolor ni el dedo; de hecho pudo volver a ponerse un par de zapatillas que tiempo atrás había descartado porque le apretaban los dedos. Bueno, exactamente pudo volver a ponerse una zapatilla, lo que no le solucionó demasiado la vida.
Todas las mañanas a la hora de calzarse veía el dedo gordo de su otro pie, irguiéndose desafiante como diciendo: "Aún estoy aquí, y te puedo joder como te hizo mi compañero si te pones chulo" Así las cosas, no tardó ni una semana en abrir de nuevo el armario de las herramientas.


Desde aquel día lleva aquellas viejas zapatillas.

Churros

Estos días por una cosa o por otra no tengo demasiado tiempo para escribir. Así que os voy a poner una canción de los Mojinos Escozios que escuché por primera vez hace poco.


La canción no tiene gran cosa salvo el hecho de que parece que tengo algo en común con estos personajes (bueno, realmente algo más que no sabía). Está justo entre el 2:08 y el 2:35.

Adiós

Se encontraron en el portal, como casi todos los días. Las farolas y las luces de la feria iluminaban la noche haciendo el ambiente mas cálido a pesar de que hacía varias horas el sol se había puesto y un suave viento refrescaba la noche. Iban hablando entre ellos pero algo hacía pensar en que ese día no era normal, no era como los anteriores. El verano estaba en su recta final y los bares estaban a rebosar de gente celebrando las fiestas del pueblo. Risas, voces y olor a algodón de azúcar.

Decidieron sentarse en la terraza de un bar que tenían pensado de antemano y pidieron un par de cervezas a pesar del frío viento que corría por la calle. Debido a la orientación de la calle el viento era normal, pero desde allí podrían ver los fuegos artificiales del fin de fiestas. Estuvieron hablando de cosas sin importancia, a pesar de que podían haber tocado otros temas. Era lo mejor.


El primer cohete explotó al poco tiempo, dando paso a una descarga continua de fuegos artificiales que duró unos quince minutos. Al acabar, los oídos zumbaban y el aire traía el olor de la pólvora. Apuraron las cervezas y se levantaron tras pagar la cuenta. Al día siguiente ambos tenían cosas que hacer, así que fueron camino de su casa. Pararon en la esquina donde se despedían todos los días y fueron conscientes de golpe de la situación. Pensaban ingenuamente que con no recordarla bastaría para evitarla, o hacerlo mas llevadero. No fue así.
- Al empezar es dulce, pero acaba tornándose salado.
- Y a pesar de saberlo desde el principio, no hace que el salado sea mas suave

Y tras un último beso, cada uno partió hacia su casa, hacia su mundo, hacia su vida.

Arriba-Abajo


No se dio cuenta hasta que tuvo tiempo para hacerlo.Durante los últimos años entre unas cosas y otras había ido cambiando pequeños detalles de actitud, gustos... hasta que un día determinado se dio de bruces con la realidad. Todos aquellos guijarros a lo largo del tiempo habían formado una avalancha que amenazaba con arrasar todo lo que creía de si mismo. La primera (y absurda) reacción fue de pánico. Le gustaba como era, así que intentaba por todos los medios cambiar a su situación anterior. Él, una persona de carácter bastante y a veces demasiado independiente se estaba transformando en otra justo contraria. Los instintos y presentimientos estaban da capa caída frente a la razón. La mala leche acumulada que necesitaba descargar de vez en cuando sencillamente no aparecía por ningún lado. Tras varios meses de fracasos continuados, tomó la decisión de dejar que el agua siguiese su curso natural. Quizá uno puede luchar contra partes de uno mismo, pero hacerlo contra la totalidad no parecía ser buena idea.
Un tiempo después, mas tranquilo y aceptada la situación miró hacia atrás. Aunque no era la primera vez, el observar a su yo anterior le hizo darse cuenta de todas las diferencias, pero también de muchas mas similitudes que las que vio en su momento. Y bueno, la última vez que le vi estaba bastante sereno. Aceptó la situación (y a si mismo) con la misma acostumbrada facilidad de anteriores ocasiones. Le dí una colleja cariñosa a la vez que le comentaba otra vez lo que pensaba de él: Si es que no tienes las cosas claras.
Ya, supongo que me aclararé algún día - me suele contestar

Ceguera


Con los ojos tapados, sus dedos volvían a recorrer cada uno de los recovecos del dibujo tallado en el respaldo de la silla. Con las manos atadas con cuerda tras su espalda, era lo único que podía hacer mientras esperaba sentado. Allí atado a aquella silla como un estúpido
Eso no me debería preocupar
Esperaba impaciente mientras gruesas gotas de sudor bajaban lentamente por su frente. Era la temperatura de la sala, la incomodidad de la situación o alguna otra cosa, pero el calor casi lo asfixiaba. Intentó calmarse de nuevo respirando lentamente, pero sólo pensar en que los cabrones que le habían atado estaban por alli cerca lo sacaba de sí. Una vez mas intentó escuchar algo, pero sus captores no emitían ningún sonido, como si se los hubiese tragado la tierra. Estar allí parado impotente, era más de lo que podía soportar.

Pero de pronto escuchó un ruido a su espalda. Tenso, mantuvo la respiración mientras el ruido de muchas pisadas le rodeaba. Notó algo que le rozó la pierna y como aflojaban poco a poco el nudo del pañuelo que le tapaba los ojos
Por fin, ya era hora
Cegado por la luz, lo primero que pudo ver al acostumbrarse a la claridad fueron dos sensuales ojos marrones que le miraban fijamente
La stripper

Experimentando

Con una mueca de triunfo, el ingeniero brujo observaba orgulloso su última creación. El hombre-rata había pasado las últimas cuatro noches en vela y los signos de fatiga eran evidentes en los cansados ojos que vigilaban los movimientos de su "creación". A un escaso metro de distancia se elevaba una figura a medio camino entre un oso y una rata, con tintes levemente humanos al permanecer erguida sobre sus patas traseras.
Si-si, el vidente estará contento-contento contigo - decía el en comparación diminuto hombre-rata mientras miraba la masa de hueso y músculo que formaba el cuerpo de la rata ogro - Trabajo nos ha costado, si-si, trabajo y esfuerzo. Y esas garras - si, las garras eran una nueva mejora al incorporar muestras de gato en la creación - nos darán una clara ventaja frente a los otros clanes.
Los ojos de la rata ogro miraban con curiosidad sus alrededores, con una curiosidad que denotaba si no inteligencia, una astucia que pasó desapercibida al ingeniero brujo. Una especie de inteligencia que podía complicar su principal función como rata ogro de servir como tropa de choque imparable.
El ingeniero brujo se volvió hacia sus anotaciones, absorto en sus cavilaciones sin reparar en los suaves maullidos que venían de su espalda hasta que fue demasiado tarde. Algo con una fuerza sobrehumana tiró de su cola y lo levantó varios pies sobre el suelo. Aullando frenético, el ingeniero brujo se revolvió en el aire intentando en vano escapar. Por un instante, sus ojos se cruzaron con los de la rata ogro. Unos ojos en los que brillaba una astucia a través de unas pupilas verticales...

Unos ojos demasiado parecidos a los de un gato

Un toque de melancolía

Emociones y recuerdos que creía imposible mezclar. Tardes de banco de parque, risas y colegueo. Primeros tropezones y decepciones. Una vida que no hacía tan complicada. Gente desaparecida.

Y la impresión de haber vivido mas de una vida



Creo que me estoy haciendo viejo. El primer concierto rejuvenecedor de mi vida

Ritmo

Me detuve a mirar el reloj colgado de la pared. Las agujas giraban con pereza por su superficie blanca, parecía que les costaba saltar desde cada una de las pequeñas marcas negras a la siguiente. ¿Aburrimiento? No, si no paro de hacer cosas. Además para mañana tengo que... Era cierto, llevaba unos días de "extrema actividad" para mi gusto.


Cogí las llaves y me dispuse a dar una vuelta para despejarme un poco. En la salida del portal me paré sorprendido al ver lo que pasaba fuera. Llovía, pero aquello no era normal. Las gotas caían suavemente desde el cielo, lentamente. Con poco esfuerzo podía ver el reflejo de la luz en cada una de ellas, y pasar la mano por debajo y entre ellas esquivándolas si llegar a mojarme. Era como si el tiempo fuese más despacio. O quizá yo fuese demasiado deprisa.

Un respiro

Iba removiendo la oscura tierra mientras vertía agua con una jarra. La mezcla se fue convirtiendo poco a poco en barro espeso, que siguió diluyéndose al añadir otra jarra. Mientras tanto, con ayuda de una pequeña paleta de madera fui quitándome los restos de encima. Cuando estuvo contenta con el resultado, dejó a un lado la jarra y metió sus manos en el barro mientras me miraba con gesto tranquilo.

Me preparé al contacto con el barro, pero descubrí que había utilizado agua tibia. Cerré los ojos mientras sus manos extendían la mezcla por todo mi cuerpo. Solo notaba la caricia de sus dedos sobre la piel y el suave olor de tierra mojada mientras, como era habitual, deseaba que aquello no acabase nunca. Tras unos minutos, alentada tan solo por su respiración se hizo una plácida calma que duró hasta el nuevo día.
Desperté por la mañana y comprobé que el barro se había secado totalmente. Además, fijándome en que la capa parecía gruesa, aguantaría bien. Salí del lugar, y a los pocos minutos noté el primer contacto. Una aguja disparada había rebotado a la altura de mi pecho. Dejó una minúscula grieta en el lugar del impacto. A la primera le siguen otras, una a una o a ráfagas. Pero salvo pequeños desperfectos la capa de barro aún no se ha empezado a resquebrajar. Hasta entonces, la hora de volver debería esperar

Punto de vista

Ya llevaba al menos una semana con molestias. Al principio del día no, pero al llegar la noche tenía la vista cansada y me picaban un poco los ojos. Y hoy, que parece que tengo un respiro, he aprovechado a bajar a la óptica nada más levantarme. Caminaba observando el prisma que llevaba en la mano. Casi me había acostumbrado a él, a mirar a través de su cuerpo gris. Las extrañas formas en relieve que tenían sus caras también eran familiares para mí. Había pasado mucho tiempo, quizá demasiado.

No había ningún otro cliente, y tras el saludo y explicar lo que quería, el dependiente me señaló el estante con ademán. No tenía prisa, por lo que me fijé en los diferentes colores y relieves de sobre medio centenar de prismas ordenados en dos filas por tonalidades. Casi todos los relieves me gustaban así que no me decidía con facilidad. Observando la colección de prismas, no me di cuenta de que llamaban a la puerta hasta que el pulsador que el dependiente accionó desde su mesa hizo que la puerta se abriese. La chica cruzó varias palabras con el encargado, que no pude oir por distancia o desinterés, y se acercó hacia el estante que estaba mirando. Directamente fue al lateral de los colores claros. Yo, sorprendido de su firme decisión continué mirándola. Un rastro de duda apareció en su cara mientras parecía elegir entre dos prismas, aunque se disipó enseguida al sacar una moneda de su bolsillo y observar la cara superior. Cogió uno de los dos y se dio cuenta al girarse de que la estaba observando.

No hice nada, solo seguí mirando sus ojos mientras me decía: No merece la pena pensarlo tanto ¿no? Me giré hacia el estante, pero no me decidí por ninguno. Viéndome allí parado, me señaló la parte de la que cogió su prisma. Supongo que es bastante personal, pero...si me permites, te recomiendo los tonos claros. A mi me gusta como se ve todo a través de ellos aunque para gustos...


Y con una sonrisa, pagó al encargado y salió por la puerta

Bailando en el borde

- Tan sólo ignoro el problema, pero sin olvidar que sigue ahí. Como cuando éramos pequeños y cerrábamos los ojos cuando nos escondíamos, para que no nos viesen.

- Si. Jajaja, todavía lo recuerdo como si fuese ayer... - contestó divertido

- Pues es eso. Dejo el problema a un lado y sigo con mi vida...

- Pero eso no es propio de ti, ¿no crees? - interrumpió de nuevo - Tu eres de los que se enfrentan a los problemas sin pensarlo, a veces demasiado precipitadamente, y zanja el asunto para bien o para mal.


- Si, pero todo depende del resultado. Imagina a un loco en el borde de un acantilado. Disfruta del aire fresco y sigue caminando por el borde con los ojos cerrados. Ignorando el abismo. Todo irá bien hasta que caiga, ¿no? Por eso no ignoro totalmente el problema. ¿Sería mejor enfrentarse al problema y alejarse del borde? ¿Bajar del acantilado y no disfrutar nunca mas del roce del aire fresco en tu piel?


- Bueno visto así...si conoces con seguridad lo que va a pasar después...

- Pudiera ser, pero no es el caso - atajó con un gesto de la mano - Tan sólo sé que no me puedo enfrentar al problema, porque no depende de mí o que ya he hecho todo lo humanamente posible. Y el resultado de actuar sería caer o perder de vista la brisa.Y por eso sigo en el acantilado con el pelo al viento, con cuidado de no caer, pero sin que la presión de la altura cambie demasiado mi vida

Un buen consejo (o algo parecido)

Pero llega un día en el que te das cuenta de que has estado soñando en lo imposible. Te vuelves a levantar, sacudir la ropa y recolocarte la cabeza y justo cuando empiezas a volver a la normalidad tropiezas de nuevo para volver a darte cuenta de que sigues soñando. Que eso también es imposible. Así que equilibras la cabeza, miras un poco menos alto, y sigues caminando.


Y es que hay llamadas que realmente merecen la pena

Recolectando

Tres sin-papeles trabajan en una finca llena de naranjos. Es la época de recolección y el jefe les da instrucciones sobre lo que tienen que hacer. El capataz no quiere pagarles, así que llegan a un trato. Les pagará con tantas naranjas puedan cargar en un viaje. Tienen que vadear un río para poder llegar a los naranjos de la otra orilla, coger las naranjas y volver a cruzar el río para llegar hasta la oficina del jefe. Allí podrán disfrutar de la naranjas hasta nueva orden. Tras unos segundos de negociación el capataz les cedió una larga cuerda de cáñamo a cada uno para ayudarles en la tarea.

Rápidamente los tres se apresuraron a cruzar el río a pie. No era muy profundo, pero las corrientes desequilibraban a los sin-papeles en alguna ocasión. En la otra orilla con la cuerda en la mano, cada uno observó pensativo el río y como podrían atravesar las corrientes a la vuelta sin perder la carga.


El primero cogió dos naranjas de un árbol cercano. Las juntó en su regazo y con la cuerda las ató a su cintura con varias vueltas y nudos. Convencido y tranquilo por la seguridad con la que estaban sujetas, pasó de nuevo el río sin excesivas dificultades y desatando la cuerda empezó a comer una de las naranjas.

El segundo trenzó una especie de cesta, y la llenó hasta el borde con naranjas. Con ella en las manos volvió a sortear el río, pero en algunos momentos las corrientes le golpearon e hicieron que algunas de las naranjas del borde de la cesta cayesen al río. Aun así, al llegar al otro lado tenía seis naranjas en la bolsa, que empezó a comer sentado bajo un árbol.

El tercero, viendo lo que habían hecho sus compañeros, empezó a entrelazar la cuerda para formar una superficie plana, como una bandeja, que llenó con montones de naranjas. Al llegar al río, a cada paso iba perdiendo alguna naranja, y al llegar al otro lado tan sólo una permanecía sobre sus manos. Triste por lo que había perdido se sentó en el suelo, pero a continuación cogió la naranja y la comió con gusto olvidando sus penurias.

¿Cuál es la moraleja? Dependiendo de a que lo apliques tendrá una, varias o ninguna. Da vueltas al coco si tienes tiempo y/o ganas :-)

Esperando el momento

Estrellé, como con rabia, la colilla entre los montones de ceniza y colillas que amenazaban con salir por los bordes del cenicero. Sentado en la pequeña mesa esperaba rodeado de gente en mitad de aquella cafetería. Tres cuartos de hora...nuevo récord pensé al ver la familiar figura de mi informante atravesar la puerta. Había venido corriendo, como si las gotas de sudor que resbalaban por su frente fuesen a mitigar mi enfado por la espera. Atajé su disculpa con un gesto de mano y con esa misma mano hice una seña al camarero. Nervioso, se sentó con precipitación, las palabras salían a borbotones de su boca: Me alegro de verle. Un cortado. Descubrí algo sobre aquel tipo, parece que no vive por la zona. Bonita corbata. He hecho algunas fotos... - con la mano alargó una carpeta de cartón, que puso sobre la mesa ante mí antes de sacar y encender un cigarrillo que chupó con ansia. Dios como odio a este tipo Tanto la forma de hablar, de saltar de tema a otro como su nerviosa forma de ser me resultaban casi insoportables. Pero era el mejor en lo que hacía. Tenía contactos por toda la ciudad, y a juzgar por las fotografías que ya ojeaba también era un buen fotógrafo.


Solo necesitaba un poco más de tiempo y una pizca de suerte y habría resuelto el caso. Por fin podría echar el cierre al expediente y tomarme unas largas vacaciones. Pronto todo acabaría.

Pereza

El aire agitaba las hojas del viejo olmo, haciendo que las ramas se balanceasen suavemente delante de mis ojos. Las seguía con la mirada mientras permanecía tumbado boca arriba. Izquierda, derecha, izquierda, permanece quieta al cesar el viento, izquierda de nuevo... Empecé a sentir que estaba malgastando el tiempo, como siempre me pasaba cuando me aburría. Sí, creo que lo estoy malgastando. Pero mi cabeza seguía pendiente de las ramas del olmo.

Al rato el aburrimiento volvió a atacar. Debería hacer algo. Levantarme a aprovechar el tiempo... Y tenía muchas cosas que hacer. Hice memoria y empecé a enumerarlas, y al terminar me dí cuenta de que la rama continuaba bailando al son del viento.


A los cinco minutos el movimiento fue disminuyendo hasta que cesó por completo. Esperé un rato, pero el viento no volvió a soplar. Hay que joderse, parece que lo hacen a propósito
Me levanté y me puse manos a la obra.

Eligiendo (o intentándolo)

Todo estaba oscuro. Me rodeaban cientos de cintas de seda blanca que caían desde arriba. Inclinando la cabeza no logré distinguir el origen de las cintas entre la absoluta oscuridad en la que parecía sumergido. El tener una pizca más de curiosidad que miedo hizo que tocase levemente con la mano una de las cintas. Un pequeño chispazo saltó hasta uno de mis dedos y una extraña vibración recorrió mi cuerpo a la vez que mi mente se llenaba de sensaciones desconocidas para mí. Veía un par de niños que me sonreían, y una mujer que me sonrió con cariño antes de besarme. Estaba en una casa con jardín, sentado en una hamaca al sol. Y de repente un frío estremecedor me devolvió a la realidad, rodeado de nuevo de cintas. La única diferencia es que la cinta se había convertido en una áspera cuerda.

Sin pensarlo dos veces agarré otra de las cintas sin dudar. La misma sensación anterior me llevó ésta vez a un pequeño piso. El ajetreo de la calle atravesaba las ventanas aun permaneciendo cerradas. Estaba solo, y asomándome a la ventana vi que la calle, coches y gente que caminaba por ella parecían pequeños desde la altura. En la habitación, a mi derecha, una pantalla de ordenador con varias ventanas abiertas rodeada de papeles de trabajo.

De nuevo rodeado de cintas, solté la cuerda y toqué otra de las que tenía cerca. Esta vez el ya casi familiar estremecimiento me dejó en una ciudad que no conocía. Con el peso de una mochila en la espalda, revisé mis bolsillos y sólo encontré el pasaporte y unas cuantas monedas extrañas. Y entre las páginas del pasaporte, una tarjeta de algo que por las dos estrellas que tenía estampadas bajo unos raros caracteres debía ser una especie de hostal o pensión. De nuevo el frío hizo que todo lo que me rodeaba desapareciese.

Alargué de nuevo el brazo hacia otra cinta. Tan sólo hacía falta seguir buscando. Y cuando encontrase la que estaba buscando lo sabría.


Y tan sólo tendría que hacer un nudo para poderla distinguir y agarrarla de nuevo en el futuro.

Un arma de doble filo

Sentado observa el filo que descansa sobre sus piernas. Hace varias semanas, en una incursión arrebató la espada que ahora miraba al jefe de los asaltantes. Recordaba su expresión de confianza al desenvainar la espada, y también el último cambio en su cara a medida que la vida se le escapaba por la herida abierta en su pecho.

El mago local examinó la espada y avisó de que estaba encantada y que era muy peligrosa. Aunque no era ninguna sorpresa, debido al leve brillo azulado que irradiaba la hoja. Tras un ritual de varias horas, se pudo comprobar que el arma había absorbido la personalidad de un dueño que había tenido cientos de años antes. No se sabía nada de él, solo que había sido un paladín recto y bondadoso que luchaba contra el mal sin descanso. Al parecer, al desenvainar la espada se entraba en contacto con él, que parece vivir dentro de la espada y se comunica con una voz que inunda la mente del que la empuña.

Retira la espada de sus rodillas y coge su vieja arma. No es tan poderosa, pero la prefiere antes que la espada mágica. Sus ultimas experiencias habían sido algo desagradables y prefería no recurrir a ella salvo que fuese totalmente necesario.

Recuerda la última vez que la empuñó y como se preguntaba como un líder de bandidos podía haber soportado aquella insufrible voz en su cabeza que no cesaba nunca: ¡Por Paladine! ¡Obtendré la victoria gracias a la fuerza de mi brazo! ¡La justicia prevalecerá con la gracia de los bondadosos! ¡Huid malvados ante la hiriente luz del bien! El último combate había durado menos de dos minutos y todavía conservaba las secuelas. Una crisis nerviosa recién superada y un molesto tic en el ojo izquierdo que le acompañaría para el resto de su vida...

Vacío

Se levantó del sillón mientras recordaba con una sonrisa en los labios la noche anterior. Las luces, la música y la vuelta a casa. La espera en la parada del autobús, con el mercurio rozando los cero grados, aquella media hora. Seguía sonriendo rememorando cuando tras bajar del bus, poco antes de llegar a casa aquel macarra le atracó, dejándole con poco mas que las llaves del piso. Y la sonrisa seguía en su rostro al darse cuenta de que se había dejado el frigorífico abierto y tendría que fregar toda la cocina cuando el sol empezaba a asomar. Antes de acostarse se miró en el espejo y descubrió sin sorpresa que la sonrisa no había abandonado su rostro.


Y es que hace dos meses había terminado su obra maestra. Una novela que le había costado años escribir y en la que, según la opinión de algunos amigos: Se estaba dejando el alma. Algo de razón tenían, pues al poner el último punto con una sonrisa de triunfo, una ráfaga de aire hizo que todos los folios saliesen volando por la ventana. Lo único que pudo hacer fue ver como el viento los desperdigaba por toda la ciudad. Pero no sintió nada. El trabajo de muchos años echados perder y la tranquila sonrisa de triunfo no abandonaba su cara. Y cada día le costaba más y más recordar cuando fue la última vez que sintió algo...

Agradecido

Tumbado miraba hacia el cielo y la encontró disimulando como siempre hacía durante el día. Ni siquiera intentaba hacer sombra al sol, total para lo que iba a conseguir...En el fondo azul apenas se distinguía, pero pocas horas después estaría en su mundo. Allí arriba el ahora apagado tono blanco brillaría por el contraste con el cielo, y mas aun en el cielo sin estrellas de la ciudad.

Siempre está ahí. Cuando te levantas por la mañana, cuando te tumbas a tomar el sol y cuando la oscuridad toma el mando. Sin embargo sólo nos fijamos en ella por la noche. Durante el día la fuerza del sol o las caprichosas formas de las nubes acaparan toda nuestra atención. Pero no. Está ahí. Siempre. Supongo que es lo importante.


Gracias a la luna y a toda esa gente que la acompaña. Gente que está ahí aunque no te das cuenta y a veces parece que pones a un lado. Gracias

Suerte

Caminaba, casi corría por la calle mientras imaginaba lo que iba a ocurrir. Por fin un material que le arrancaría del anonimato, que le elevaría hasta el nivel de los auténticos periodistas, considerados casi héroes, que salían disparados a cualquier hora gracias a su olfato periodístico y volvían con una primicia entre sus dedos. Quizá había sido buena suerte, pero tras tantos atascos en la ciudad y fotografías inútiles para su publicación ya era hora que se dignase en aparecer. Llegó a la parada de autobús, abrió el sobre que contenía las fotos y volvió a repasar cada uno de los detalles. Correcta iluminación, imagen nítida y entre las fotografías el artículo que las acompañaría en la primera página del periódico de mayor tirada nacional del día siguiente. Buscó por la calzada, pero no había ni rastro del autobús. Y mientras la gente se acumulaba en la parada. Un joven a su lado tenía el periódico abierto por la página en la que se encontraba el artículo que había escrito para el diario de hoy. Inclinándose un poco observó complacido que el joven tenía sus ojos puestos en el artículo, y parecía gustarle.

Tan distraídos estaban que no vieron que llegaba el autobús, ni tampoco se percataron de su velocidad y de la silueta del conductor echado sobre el volante.


Hoy, como siempre, las rotativas del periódico han empezado a funcionar en plena madrugada. En primera página se puede leer: Quince muertos y un herido en un brutal accidente de autobús

En la cama del hospital, entre máquinas llenas de pequeñas pantallas y pilotos de distintos colores un hombre mira la primera página del diario. Buscando algo sus ojos recorren toda la superficie de la página y se detienen enfadados al llegar al final. Con un gesto de enojo, lanza el periódico contra la pared al mismo tiempo que un agudo dolor invade todo su costado derecho. Cerrando los ojos por el dolor mira al periódico con gesto de culpa e intenta dormir de nuevo.

Pérdidas

Es curioso lo rápido que nos acostumbramos tanto a lo bueno como a lo malo. Nos limitamos a encajar lo nuevo en tu vida de la forma mas sencilla y tirar para adelante. Es la razón por la que no valoramos lo que tenemos hasta que desaparece.

Ayer justamente me pasó eso. De repente uno de esos elementos que siempre están por ahí desapareció. Al principio te jode e intentas seguir sin ello. Pero realmente sufres cuando cada dos por tres te topas con su ausencia. "No puedo hacer esto. Da igual, pues hago lo otro... vaya, tampoco puedo" En ese momento es cuando te das cuenta de la importancia que tenía antes de desaparecer. De como no te dabas cuenta de lo que significa para ti.


Por suerte era solo un objeto, reemplazable o sustituible. Mucho mas duro es cuando hablamos de personas.

Despertares

El despertador le devolvió a la vida. Si es que aquello se podía llamar vida. Casi tan dormido como pocos segundos antes se levantó tambaleante hasta el baño. Encendió la luz y se miró al espejo. Los ojos hinchados por el sueño y el pelo despeinado por la batalla diaria contra la almohada. Bostezó frente al espejo, tan cerca que empañó su superficie. Abrió el grifo mientras se rascaba el estómago por debajo del pijama y observaba como el nivel del agua subía lentamente desde el tapón del fondo por el hueco del lavabo. Cuando le pareció suficiente, cerró el grifo, metió las manos en el agua y preparó sus sentidos para el primer sobresalto del día.


Se echó agua sobre la cara varias veces a pesar de que le parecía que estaba helada.Una vez terminó alargó el brazo hacia la toalla e incorporándose se secó el rostro. Lo que vio en el espejo hizo que la toalla se le escapase entre los dedos y cayese al suelo. El rostro que encontró frente a él era desconocido. Salvo los ojos, que ahora relucían con un brillo extraño, no reconoció ninguna de sus facciones. Asustado, miró hacia otro lado y su mirada topó con el agua del interior del lavabo. Su antiguo rostro, sus rasgos, flotaban en el agua perezosamente. Intentó atraparlos con las manos, pero parecía como si evitasen su contacto danzando por el agua.

Rendido y sin saber muy bien que hacer, escuchó la señal horaria de su reloj. Quitó el tapón del lavabo, se vistió apresuradamente y de camino hacia la puerta cogió algo de la cocina para desayunar. No podía llegar tarde al trabajo

Sorprendiéndome

Ya estuve pensando en ello con antelación.Y llegué a la conclusión. Sabía lo que iba a pasar. Mi reacción al ver la situación, cómo notaría ese nudo en el estómago y cómo huiría o al menos lo intentaría. Podía evitarlo, pero tenía que hacerlo. No podía mirar hacia otro lado.



Y llegó el día. Me levanté de la cama pensando en lo que iba a pasar. Repasando todas las sensaciones que me recorrerían cuando llegase el momento, sensaciones que no quería sentir pero que no tenía mas remedio que soportar. Así llegó el tan esperado momento, pero lo que sentí no coincidió ni mucho menos con lo que pensaba que iba a sentir. Fue mucho mejor.

Hay quien dice que puedes tardar un mes o un año en conocer a otra persona pero toda tu vida en conocerte a ti mismo. Quizá tengan razón

Días buenos y días malos

- ¿Estás bien?

- Sí, no pasa nada.

- ¿Cómo que no pasa nada?

- Déjame que te cuente algo.

- Pero...

- Recuerda hace un rato, cuando te has levantado por la mañana.

- ¿Y que tiene que ver eso con...?

- Entonces al despertar tu espíritu vuelve al cuerpo. La mayoría de las veces el cambio es suave y placentero, pero otras el espíritu no está contento con la situación y prefiere seguir en el sueño. Cuando eso pasa el despertar es incómodo y...

- ¿Y tenías que pegar esa patada al pobre perro?

- Créeme, era necesario. ¿No le has visto como me ha mirado? Seguro que se iba a tirar a morderme los cordones...

En una nube

Estoy lejos, en un lugar desde donde puedo ver todo con claridad. Me asomo por el borde de algodón y me entretengo mirando lo que pasa. Veo todo con tranquilidad y cierta indiferencia. Divertido, me pongo a saltar sobre el blando suelo que actúa como una especie de colchoneta hasta que caigo exhausto. Tumbado miro el cielo y me doy cuenta de que mi cuerpo se va hundiendo poco a poco en la nube...



Es normal, tenía que pasar.

Haciendo el tonto

Dos chicos y tres chicas en un bar tranquilo.Se acaban de conocer por que uno de los dos chicos ha comenzado a hablar con ellas.A los pocos segundos el otro chico entra en la conversación:

-No puedes hacerlo así, hazlo bonito. Haz un esfuerzo, que da mejor resultado - dice mientras mira de reojo a las chicas - Un regalo, un poema...

-¿Un poema? - añade el otro chico mientras las chicas sonríen

-Sí, me sabía uno...Pero era bastante cutre y no lo recuerdo ahora...Mmm "bella flor"..."recuerdo"..."reina".Creo que lo tengo. - el resto del grupo mira sorprendido, no lo habían tomado en serio - Ya habéis oído mucho así que os haréis una idea.Bueno, esto lo mejor es...

Planta una rodilla en el suelo mientras coge a una de las chicas de la mano. Mirándola a los ojos dice:

"Sabes bien, bella flor
que tu siempre serás mi reina
y que muero al recordar
el olor de tu entrepierna"


PD:Quizá no debieron empezar a hablar con ellas. Quizá escogió a la chica con menos sentido del humor de las tres. Quizá debía haber dicho otra cosa. Lo único seguro es que si no lo hubiera hecho no habría tenido ese dolor en el pecho durante el resto de noche de tanto reír...

Pequeñas y grandes alegrías

Cuanto mas intensa es la oscuridad mas destaca una pequeña luz en ella.

...es tan sencillo hacerme feliz,
que me de el aire en la cara,
que suene la guitarra del Kolibrí,
bailar de madrugada si me da la puta gana...


Precaución

Para los que estáis estos días liadillos como yo aquí os dejo un aviso. Ale, avisados quedáis.

Oscuridad

El hombre permanecía sentado ante la mesa donde estaban desperdigados los distintos documentos y fotos. Llevaba dos semanas trabajando en aquel caso y no avanzaba nada.Alargó la mano para observar de nuevo la foto. En ella, una mujer vestida de gala posaba sonriente en un jardín de alguna parte de la ciudad. Volvió a repasar sus facciones aunque sería capaz de recordarlas con total claridad con los ojos cerrados. Desesperado se acercó al escritorio, de donde sacó un vaso y una botella. Distraído, llenó a medias el vaso, que vació de un solo trago mientras ojeaba sin especial interés los testimonios de las últimas personas que habían visto a la desaparecida.

Aburrido, abrió la ventana y se recostó en el viejo sillón tras apagar la lámpara de mesa. El cansancio le vencía a medida que sentía como perdía la consciencia. Su último recuerdo fue la impresión de que la figura que formaban la gabardina y el sombrero colgados del perchero parecía burlarse de él a medida que el viento que entraba por la ventana lo hacía balancearse suavemente. Y entonces, tras volver a ver ese rostro tan conocido y extraño a la vez se hizo la oscuridad.

Escucha, escucha

Hace tiempo me topé con un vídeo curioso. Se necesitan unos auriculares y saber algo de inglés. Es una simulación de una peluquería, solo audio, y recomiendo cerrar los ojos.

Análisis

Una tenue luz filtrada por la cortina de la ventana iluminaba la pequeña habitación y la figura de dos personas

- Me considero una persona generosa y trato a la gente como me gustaría que me tratasen a mí.Sin embargo, últimamente me estoy dando cuenta de que espero demasiado de la gente - sus dedos acarician el bordado de la tapicería del diván en el que está recostado - Pero no puedo remediarlo. Supongo que quiero y trato a la gente tal y como lo siento, pero parece que no es una buena idea.

- Fíjese en sus experiencias. Observe lo que ha pasado y si hubiese cambiado algo al haber actuado de modo distinto.

- ¡Pues claro que habría cambiado! Partiendo de que no lo pasaría tan mal. Pero tropiezo una y otra vez con la misma piedra. Me equivoco con la gente que tengo alrededor y no se que hacer para evitarlo...

- El problema es que trata a la gente de forma demasiado emotiva, por así decirlo. Intente racionalizar un poco sus sentimientos. Piense en la gente viéndola desde lejos, tiene que querer a la gente con cabeza.

- Quizá tenga razón.Pero creo que ése no es el problema. De hecho, salvo el pollito de goma que guardo de mi infancia, toda la gente a la que quiero tiene cabeza...

- ¿Un pollito de goma? - sus ojos se entrecerraron al creer haber dado con algo importante - Hábleme más de ese pollito...

Una visita al doctor


- Buenos días, doctor.

- Bueno días. A ver, cuénteme que le pasa.

- Pues mire... - se apoya alternativamente en un pie y en el otro, balanceándose ligeramente - No se como explicarle. Por las mañanas me cuesta levantarme una barbaridad. No me despierto con sueño, oiga, pero no se por que no tengo ganas de levantarme.

- Usted tranquilo, no es el primero que viene con esos síntomas. Y precisamente en estas fechas tenemos un medicamento nuevo en el mercado. Es un concentrado de sueños y deseos, muy útil para su caso en particular. Tómese una al día, antes de la cena. Si no nota mejoría...

- Espere, espere.¿Concentrado de sueños?Hay que ver la ciencia lo que avanza...

- Y que lo diga. El proceso es sencillo. Se busca un país subdesarrollado y se lleva un equipo con una máquina atrapasueños. Eso ya se lo explicaré otro día - añade al observar la cara de incomprensión del paciente - El caso es que en aquellos países la gente tiene sueños de sobra y las multinacionales se dieron cuenta de que no los necesitan. Total, no dejamos que los cumplan, ¿y para que quieres un sueño que no se puede cumplir? Sin embargo, en nuestro país andamos escasos de sueños. Parece que andamos demasiado ocupados para perder el tiempo soñando y si surge alguno se encuentra rápidamente la solución. De todas formas no se inquiete, cuando se le vayan acabando vuelva a que le recete más.

- ¿Y ya está?¿No tendrá efectos secundarios?Mira que me siento como una cobaya...

- ¡Quite, quite! Solamente no es recomendable para niños porque no lo necesitan y podría dar lugar a una sobredosis. Aunque parece que están surgiendo cada vez mas casos de menores de edad que necesitan medicación...

- Bueno, pues ya le contaré que tal me va el tratamiento. Hasta otra.

- Adiós, y cuídese.

Monárquico un día al año

Ayer tuve un buen día.Me levanté prontito y salí a terminar las últimas compras navideñas. Para empezar bien el día, el portero nuevo me saludó con un sonriente "Buenos días" ( ¡como en La Habana! ) Por la mañana en la Fnac, en el mostrador de envolver los regalos me encontré a una amiga del instituto que tenía muy perdida. No se dio cuenta de su error hasta después de haberse ofrecido a envolverme todos los regalos (muchas gracias otra vez, Alicia), así que por lo menos mientras la pobre se liaba con todo aprovechamos para ponernos un poco al día. Por fin mis regalos no se distinguirán del resto por tener ese aspecto "churrimangui" característico.
Una vez en la calle, un corrillo de gente escuchaba a una orquesta callejera que tocaba francamente bien. Escuché dos canciones y tras dejarles algo de suelto me volvía casa a aprovechar algo el tiempo.
Por la tarde fui a ver la cabalgata a mi antiguo barrio y aproveché para ver a la gente de la asociación. Aunque parezca raro es el primer año que tenían un Baltasar negro (de verdad, y con un acento cubano cachondísimo) Tras la cabalgata me volví para casa, que tocaba cena molona. Y hoy pues estoy "jugando con los regalos" y vagueando un poco. Se nota, ¿no? . Pasadlo bien todos, y que os cunda lo que hacéis si no disfrutáis haciéndolo.

Lo que me ha quedado del 2007

Parece que he empezado el año con buen pie.Como mucha gente, los últimos días del ya anterior año estuve haciendo balance de lo ocurrido.Comparado con otros años, poco bueno y poco malo.Un año jodidamente insulso. A pesar de que he conseguido hacer alguno de esos viajes obligados que suelo posponer hasta el infinito, y encima descubriendo a gente genial.Y de lo malo, paso de hablar.

Mi vida sigue siendo bastante parecida a la de los años anteriores. Tengo las mismas ilusiones, mi saco de dudas y el puñado de certezas. Sin embargo siento que mucho ha cambiado. Por ejemplo me he dado cuenta de que otras cosas aparte de los yogures tienen fecha de caducidad y que una vez llega lo mejor es tirarlas a la basura para evitar futuros problemas. Y muchas veces esto no depende de uno mismo, no puedes hacer nada ni "Mantenerlo en lugar fresco y seco" para evitar que suceda. De todas formas, para mantener mi conciencia tranquila lo he tenido en el frigorífico hasta la fecha. Pero "today is the day", así que abro el frigorífico y cambio su ubicación sin que me tiemble el pulso. Del segundo estante empezando desde arriba al cubo de basura.


Y ale, palmadita de manos y valiendo, que ya lo estaré pensando hasta que baje la basura y me remorderá la conciencia una vez lo haga.

Draelion (2)

Sigue la vena perruza así que cuelgo otro fragmento de la historia del también llamado "semielfo autista"
El otro trocito anterior de su vida

Tras pescar un par de carpas en un pequeño lago cercano, el semielfo vuelve hacia su hogar por el pequeño poblado.Los pequeños elfos, de su misma edad, corretean por las calles mientras el pasa a su lado.Se detiene un momento solo para observar como jugando a esconderse unos a otros uno de los pequeños se oculta tras él.Mientras sus pequeñas manos agarran la tela de su pantalón, Draelion permanece quieto disimulando.Sin saber que hacer, empieza a mirar a su alrededor y topa con las miradas de los elfos adultos que pasan por el lugar.Miradas no de rechazo, si no de... recelo.El joven conoce bien aquella expresión, recordándole que no era como ellos y que independientemente de lo que pudiese hacer nunca sería uno mas de la comunidad si no fuese por su madre.Este recuerdo le hace recordar el motivo por el que tiene que volver a casa.

-¡Te he visto!-grita uno de los pequeños señalando con su dedo detrás de Draelion.

Con una mueca, la víctima sale de su escondite mientras el semielfo aprovecha para dirigirse a su casa.Tras observar como empezaba anochecer cruza las calles con rapidez, destacando entre los tranquilos transeúntes que pasean por las calles hacia sus hogares.Una vez en casa, deja el pescado y se cambia de ropa para acudir a la fiesta que esta noche se celebraba en un lejano claro.Su madre ya debía haber partido, ya que no se encontraba en casa, así que tras terminar de vestirse sale por la puerta hacia la fiesta.Una vez fuera de la casa, Draelion se da cuenta de que llegará tarde a la fiesta.Ya es noche cerrada, y la fiesta estaría a punto de comenzar.Mientras corre hacia el claro recuerda a su madre.Ella es la única razón por la que estaba en ese pueblo.Su padre nunca sería capaz de vivir en un lugar como aquel, según había dicho, por lo que marchó siguiendo su carrera de mercenario.Sin embargo las visitas no dejaban de sucederse, e incluso se permitía pasar unos días de vez en cuando con ellos, pero en general partía pronto.Si los habitantes elfos soportaban la presencia del semielfo no hacían lo mismo con su padre, al que claramente rechazaban sin disimulo.Pero no todos los elfos podían ser así, al menos todos menos su madre.Caminando con la mente en otra parte el joven no reparó en el bulto que le hizo tropezar.Los ojos del elfo estaban abiertos de para en par mientras su boca permanecía abierta.Asustado, Draelion retrocede un poco y llega a ver la fina línea de sangre que el guardia tiene en su cuello.Es uno de los oteadores que se suele encargar de vigilar mientras se realizan las tareas fuera del poblado.Y está muerto.El silencio es absoluto, no se oye nada, incluso los animales nocturnos guardan silencio.La imagen de la fiesta inunda su cerebro, y el joven echa a correr hacia el claro.Hay cuerpos y miembros por todas partes, el rojo tiñe los antes blancos y dorados tejidos y el olor a sangre es insoportable.Incapaz de contener las náuseas Draelion se aleja unos pasos y vomita entre sollozos.Una vez se encuentra algo mas repuesto, se acerca a buscar entre los restos deseando no comprobar lo que en el fondo ya sabía.Al poco rato encuentra el cuerpo de su madre.Incapaz de sostenerle en pie, sus rodillas flaquean y cae al suelo, pero sigue avanzando hacia el cuerpo a pesar de que no poder ver entre sus lágrimas.No puede ser,no era ella, ella habría escapado y estaría en el poblado.Fue entonces cuando repara en el amuleto de su cuello.Un collar mágico con el que a menudo divertía en su infancia a Draelion moviendo pequeños objetos a distancia.Un grito desgarrado sale de su garganta, un ronco bramido que no podría haber salido de la boca de ningún elfo.Agarra con fuerza la mano de su madre y se mantiene llorando varios minutos hasta que puede recobrar el control.Inseguro, se pone de pie y apretando los dientes se agacha para recoger el cuerpo de su madre.Su cuerpo parece intacto, pero es obvio que en sus ojos no brilla la vida.Al pasar su brazo por la espalda para alzar el cuerpo, su mano tropieza con la causa de la muerte de su madre, un virote de ballesta drow.