Un respiro

Iba removiendo la oscura tierra mientras vertía agua con una jarra. La mezcla se fue convirtiendo poco a poco en barro espeso, que siguió diluyéndose al añadir otra jarra. Mientras tanto, con ayuda de una pequeña paleta de madera fui quitándome los restos de encima. Cuando estuvo contenta con el resultado, dejó a un lado la jarra y metió sus manos en el barro mientras me miraba con gesto tranquilo.

Me preparé al contacto con el barro, pero descubrí que había utilizado agua tibia. Cerré los ojos mientras sus manos extendían la mezcla por todo mi cuerpo. Solo notaba la caricia de sus dedos sobre la piel y el suave olor de tierra mojada mientras, como era habitual, deseaba que aquello no acabase nunca. Tras unos minutos, alentada tan solo por su respiración se hizo una plácida calma que duró hasta el nuevo día.
Desperté por la mañana y comprobé que el barro se había secado totalmente. Además, fijándome en que la capa parecía gruesa, aguantaría bien. Salí del lugar, y a los pocos minutos noté el primer contacto. Una aguja disparada había rebotado a la altura de mi pecho. Dejó una minúscula grieta en el lugar del impacto. A la primera le siguen otras, una a una o a ráfagas. Pero salvo pequeños desperfectos la capa de barro aún no se ha empezado a resquebrajar. Hasta entonces, la hora de volver debería esperar

Punto de vista

Ya llevaba al menos una semana con molestias. Al principio del día no, pero al llegar la noche tenía la vista cansada y me picaban un poco los ojos. Y hoy, que parece que tengo un respiro, he aprovechado a bajar a la óptica nada más levantarme. Caminaba observando el prisma que llevaba en la mano. Casi me había acostumbrado a él, a mirar a través de su cuerpo gris. Las extrañas formas en relieve que tenían sus caras también eran familiares para mí. Había pasado mucho tiempo, quizá demasiado.

No había ningún otro cliente, y tras el saludo y explicar lo que quería, el dependiente me señaló el estante con ademán. No tenía prisa, por lo que me fijé en los diferentes colores y relieves de sobre medio centenar de prismas ordenados en dos filas por tonalidades. Casi todos los relieves me gustaban así que no me decidía con facilidad. Observando la colección de prismas, no me di cuenta de que llamaban a la puerta hasta que el pulsador que el dependiente accionó desde su mesa hizo que la puerta se abriese. La chica cruzó varias palabras con el encargado, que no pude oir por distancia o desinterés, y se acercó hacia el estante que estaba mirando. Directamente fue al lateral de los colores claros. Yo, sorprendido de su firme decisión continué mirándola. Un rastro de duda apareció en su cara mientras parecía elegir entre dos prismas, aunque se disipó enseguida al sacar una moneda de su bolsillo y observar la cara superior. Cogió uno de los dos y se dio cuenta al girarse de que la estaba observando.

No hice nada, solo seguí mirando sus ojos mientras me decía: No merece la pena pensarlo tanto ¿no? Me giré hacia el estante, pero no me decidí por ninguno. Viéndome allí parado, me señaló la parte de la que cogió su prisma. Supongo que es bastante personal, pero...si me permites, te recomiendo los tonos claros. A mi me gusta como se ve todo a través de ellos aunque para gustos...


Y con una sonrisa, pagó al encargado y salió por la puerta