Adiós

Se encontraron en el portal, como casi todos los días. Las farolas y las luces de la feria iluminaban la noche haciendo el ambiente mas cálido a pesar de que hacía varias horas el sol se había puesto y un suave viento refrescaba la noche. Iban hablando entre ellos pero algo hacía pensar en que ese día no era normal, no era como los anteriores. El verano estaba en su recta final y los bares estaban a rebosar de gente celebrando las fiestas del pueblo. Risas, voces y olor a algodón de azúcar.

Decidieron sentarse en la terraza de un bar que tenían pensado de antemano y pidieron un par de cervezas a pesar del frío viento que corría por la calle. Debido a la orientación de la calle el viento era normal, pero desde allí podrían ver los fuegos artificiales del fin de fiestas. Estuvieron hablando de cosas sin importancia, a pesar de que podían haber tocado otros temas. Era lo mejor.


El primer cohete explotó al poco tiempo, dando paso a una descarga continua de fuegos artificiales que duró unos quince minutos. Al acabar, los oídos zumbaban y el aire traía el olor de la pólvora. Apuraron las cervezas y se levantaron tras pagar la cuenta. Al día siguiente ambos tenían cosas que hacer, así que fueron camino de su casa. Pararon en la esquina donde se despedían todos los días y fueron conscientes de golpe de la situación. Pensaban ingenuamente que con no recordarla bastaría para evitarla, o hacerlo mas llevadero. No fue así.
- Al empezar es dulce, pero acaba tornándose salado.
- Y a pesar de saberlo desde el principio, no hace que el salado sea mas suave

Y tras un último beso, cada uno partió hacia su casa, hacia su mundo, hacia su vida.

Arriba-Abajo


No se dio cuenta hasta que tuvo tiempo para hacerlo.Durante los últimos años entre unas cosas y otras había ido cambiando pequeños detalles de actitud, gustos... hasta que un día determinado se dio de bruces con la realidad. Todos aquellos guijarros a lo largo del tiempo habían formado una avalancha que amenazaba con arrasar todo lo que creía de si mismo. La primera (y absurda) reacción fue de pánico. Le gustaba como era, así que intentaba por todos los medios cambiar a su situación anterior. Él, una persona de carácter bastante y a veces demasiado independiente se estaba transformando en otra justo contraria. Los instintos y presentimientos estaban da capa caída frente a la razón. La mala leche acumulada que necesitaba descargar de vez en cuando sencillamente no aparecía por ningún lado. Tras varios meses de fracasos continuados, tomó la decisión de dejar que el agua siguiese su curso natural. Quizá uno puede luchar contra partes de uno mismo, pero hacerlo contra la totalidad no parecía ser buena idea.
Un tiempo después, mas tranquilo y aceptada la situación miró hacia atrás. Aunque no era la primera vez, el observar a su yo anterior le hizo darse cuenta de todas las diferencias, pero también de muchas mas similitudes que las que vio en su momento. Y bueno, la última vez que le vi estaba bastante sereno. Aceptó la situación (y a si mismo) con la misma acostumbrada facilidad de anteriores ocasiones. Le dí una colleja cariñosa a la vez que le comentaba otra vez lo que pensaba de él: Si es que no tienes las cosas claras.
Ya, supongo que me aclararé algún día - me suele contestar