No demasiado cómodo

“Cualquiera diría que es lunes”, pensó mientras veía detenerse el vagón al que subiría de inmediato. Tanto en el andén como en la estación en general escaseaba la gente, pero un vagón completamente vacío era algo bastante anormal un lunes a primera hora. En cualquier caso, se sentó al azar ya que el viaje duraría tres o cuatro paradas. Abrió el libro y empezó a leer con cuidado, no fuera que se sumergiese demasiado en la historia y se pasase de estación…otra vez.

La primera parada llegó sin que levantase la nariz de entre las páginas, en la siguiente ojearía los carteles para confirmar cuando se tenía que bajar… pero no en la primera. Notó una presencia a su izquierda, se inclinó un poco hacia el lado contrario para dejar sitio y el tren volvió a arrancar. En ese punto se desenganchó del libro y levantó la cabeza. Hizo una visual de todo el vagón y se dio cuenta de que seguía vacío. Bueno, no exactamente vacío porque él estaba dentro, y una chica que escuchaba música sentada a su izquierda. Le pareció raro, pero más raro era que no conociese de nada a aquella chica ni que ella se limitase a mirar fijamente al frente mientras de sus auriculares salía un tonillo apenas distinguible que bien podía recordar a Muse, Editors o puede que Foo Fighters… Bueno, da igual, el caso es que aquel pobre muchacho se encontró con un libro en las manos con el que no sabía que hacer, una chica que escuchaba música a su lado en un vagón vacío y un par de paradas hasta su destino. Debería haber seguido, al menos, mirando el libro simulando leer pero lo cierto es que este chaval se suele caracterizar por no hacer las cosas idóneas en los momentos determinados. Cerró el libro y lo guardó en la mochila de manera lenta, intentando gastar el máximo tiempo durante el viaje. Asustado no, pero sí algo inquieto observó en el reflejo de la ventana de enfrente cómo la chica seguía en la misma posición: sentada con la espalda recta con los cables de sus auriculares cayendo desde sus oídos y, aquí llega la inquietud, mirando al frente sin parpadear durante todo el tiempo que duró el examen visual.

Desde ese punto hasta que salió del vagón en su parada, el chico estuvo recordando situaciones incómodas pero o no cayó en la cuenta o todas le parecían demasiado lejanas como para ni siquiera llegar a compararse a aquello. La típica situación de subir en ascensor con desconocidos le pareció, cuanto menos, insignificante.

Hasta siempre

Una gran película de un gran cineasta. Que mejor día que hoy para recordarla.