Ambos giraron en círculos, midiéndose, intercambiando golpes aislados. Él lo veía cada vez más claro a medida que su oponente se encorvaba hacia un lateral, resentido por el castigo recibido. Pero tenía que tener cuidado, ya que su zurda aún era peligrosa y le estaba dando problemas. Era muy rápido, pero tanto que no le daba tiempo a cargar el peso en el momento adecuado. Cuando lo aprendiese se convertiría en un gran boxeador, pero hasta entonces no había nada que hacer. Su oponente parecía mas cansado por momentos y se preparó para dar por terminada la noche. Encontró un hueco en la guardia de su oponente y lanzó el puño sin pensárselo. Si lo hubiese pensado, habría notado que era demasiado grande. Que quizá su oponente esperaba esa reacción de él. Cuando vio que su cintura giraba antes de que llegase el golpe miró a la cara a su adversario. Sólo pudo ver su movimiento coordinado de puño y cadera antes de que el puño izquierdo le golpease como un yunque. Todo empezó a girar hasta que su vista se nubló. Notó el contacto del suelo en su espalda.
Ni siquiera pensó en intentar levantarse. Le había vencido. Otra vez.
3 comentarios:
Vuelves a escribir, se echaba de menos.
Gran tema. ¿Dar envidia?
Besos!
Cancionaca.
¡Si señor!
Oye, que no cobran por palabras a la hora de comentar. Vaya par de telegramas :-P
Me alegra que os guste, a ver si me pongo a escribir mas que también lo hecho en falta, no creáis.
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