Llevaba más vueltas de las que podía contar y lo cierto es que la mecánica se resentía. En el cuadro de indicadores las agujas marcaban mínimos desde hacía un rato, las ruedas no se agarraban bien al asfalto y necesitaba que le retirasen otra capa adhesiva del visor del casco.
Siguió en el recorrido hasta que apareció esa flecha luminosa que apuntaba hacia el noroeste. Deceleró suavemente y giró el volante para desviarse hacia los talleres donde le esperaban. Frenó de golpe dentro del rectángulo pintado y notó la subida del chasis, los cambios de ruedas e incluso, o quizá fuese imaginación, le parecía escuchar el suave sonido del depósito al llenarse de gasolina. Por último, unas manos conocidas le retiraron la película sucia del visor y le acariciaron suavemente el cuello. Un coscorrón cariñoso en la parte superior del casco y el contacto del coche con el suelo.
Ya solo queda salir acelerando bruscamente a seguir con el recorrido restante. Pero antes de marchar, un guiño de "hasta luego"
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Porque hay cosas que no cambian Ni falta que hace.
5 comentarios:
¿Solo has escrito dos entradas sobre ese tema?
Cuento tres al menos.
Quizá alguna más, pero no iba a poner a buscar y enlazar todas...
Pura pereza
Te da juego a escribir. Porque se basa en el mismo hecho, pero cada vez lo haces de una forma diferente...
Suelta por esa boquita, nene.
Porque algo tendrás que contar ¿o no?
Alfredo:Sí, lo cierto es que a menudo cojo un hecho y desarrollo una historia sobre él. Y da mucho juego, tienes toda la razón.
Ana:Los marujeos y vivencias te los comento en una llamada o mejor frente a frente con un par de cervecitas entre ambos ;)
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