
Con los ojos tapados, sus dedos volvían a recorrer cada uno de los recovecos del dibujo tallado en el respaldo de la silla. Con las manos atadas con cuerda tras su espalda, era lo único que podía hacer mientras esperaba sentado. Allí atado a aquella silla como un estúpido
Eso no me debería preocupar
Esperaba impaciente mientras gruesas gotas de sudor bajaban lentamente por su frente. Era la temperatura de la sala, la incomodidad de la situación o alguna otra cosa, pero el calor casi lo asfixiaba. Intentó calmarse de nuevo respirando lentamente, pero sólo pensar en que los cabrones que le habían atado estaban por alli cerca lo sacaba de sí. Una vez mas intentó escuchar algo, pero sus captores no emitían ningún sonido, como si se los hubiese tragado la tierra. Estar allí parado impotente, era más de lo que podía soportar.
Pero de pronto escuchó un ruido a su espalda. Tenso, mantuvo la respiración mientras el ruido de muchas pisadas le rodeaba. Notó algo que le rozó la pierna y como aflojaban poco a poco el nudo del pañuelo que le tapaba los ojos
Por fin, ya era hora
Cegado por la luz, lo primero que pudo ver al acostumbrarse a la claridad fueron dos sensuales ojos marrones que le miraban fijamente
La stripper