Experimentando

Con una mueca de triunfo, el ingeniero brujo observaba orgulloso su última creación. El hombre-rata había pasado las últimas cuatro noches en vela y los signos de fatiga eran evidentes en los cansados ojos que vigilaban los movimientos de su "creación". A un escaso metro de distancia se elevaba una figura a medio camino entre un oso y una rata, con tintes levemente humanos al permanecer erguida sobre sus patas traseras.
Si-si, el vidente estará contento-contento contigo - decía el en comparación diminuto hombre-rata mientras miraba la masa de hueso y músculo que formaba el cuerpo de la rata ogro - Trabajo nos ha costado, si-si, trabajo y esfuerzo. Y esas garras - si, las garras eran una nueva mejora al incorporar muestras de gato en la creación - nos darán una clara ventaja frente a los otros clanes.
Los ojos de la rata ogro miraban con curiosidad sus alrededores, con una curiosidad que denotaba si no inteligencia, una astucia que pasó desapercibida al ingeniero brujo. Una especie de inteligencia que podía complicar su principal función como rata ogro de servir como tropa de choque imparable.
El ingeniero brujo se volvió hacia sus anotaciones, absorto en sus cavilaciones sin reparar en los suaves maullidos que venían de su espalda hasta que fue demasiado tarde. Algo con una fuerza sobrehumana tiró de su cola y lo levantó varios pies sobre el suelo. Aullando frenético, el ingeniero brujo se revolvió en el aire intentando en vano escapar. Por un instante, sus ojos se cruzaron con los de la rata ogro. Unos ojos en los que brillaba una astucia a través de unas pupilas verticales...

Unos ojos demasiado parecidos a los de un gato

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