Night & day

Había salido cuando el sol aún no se había dignado a aparecer. Ahora, acababa de entrar en su casa. Una media hora antes el sol se había puesto por completo por lo que en su barrio, su calle, la luz amarillenta de las farolas le había acompañado tanto en su ida como en su vuelta. Dejó las llaves en una mesa cercana y sacó las cosas de su mochila. Cartera, libro, carpetas, móvil... con una llamada perdida. Siempre ocurría igual. Silenciaba el teléfono cuando no quería ser molestado y se olvidaba de él. No era la primera vez que le pasaba. Tampoco sería la última. Vió el número, se hizo una idea del motivo de la llamada y justo a continuación llamó. Mientra los tonos de  la llamada se sucedian, se tumbó en la cama para descansar. Había sido un día muy largo y a medida que la conversación avanzaba se daba cuenta de que podía alargarse aún mas. No tuvieron que insistirle mucho.

Se levantó de la cama y se fue directo a la ducha. Esperaba que el agua fría le ayudase a despejarse o que al menos le ayudase a retrasar la hora de irse a la cama. Todo es psicológico - se repetía mientras pensaba en el plan de esa noche. Tomó los bostezos que le vencían como si fuesen hambre y atracó la nevera apresuradamente. No le sobraba el tiempo, como pudo comprobar la vecina de enfrente cuando lo vio salir mordisqueando una manzana.

Al día siguiente el despertador sonó a la misma hora y él se levantó para un nuevo día. La diferencia estaba en que se levantó con el doble de cansancio y mal humor.

3 comentarios:

alfred dijo...

Me cago en tu vida de estudiante. Me hace sentir viejo.

Jarrek dijo...

Noto cierta envidia...pero seguro que no envidias el día siguiente.

Nada es perfecto. Salvo GW, of course!

ana dijo...

Se supone que debería sentirme culpable por las veces que has hecho algo así. Si llevas esa cara en el principio de la noche ni me imagino el día siguiente...
¡Cuidado! en Nueva Zelanda hay orcos y los árboles tienen mala ostia.