Ya basta de empujoncitos

- De esta forma la propia gravedad consigue que el objeto quede en un punto de equilibrio de energía mínima - explicaba frente a una clase abarrotada de niños que miraban a la pizarra, por la ventana, unos a otros, sus propios zapatos...

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La pequeña pelota roja estaba en lo alto de la colina. No tenía mucho sentido que estuviese allí arriba, pero el caso es que allí permanecía. Sobre la pelada cima el viento la empujaba a menudo haciéndola rodar por la cuesta durante unos metros pero de improviso un dedo la golpeaba para que desandase el trayecto recorrido. Nunca llegué a ver el dedo, y creo que la propia pelota tampoco, pero digamos que se intuía. Quedaba claro que algo estaba pasando.


Me acerqué a la bola intentando descubrir que era lo que pasaba pero no llegué a ninguna conclusión razonable.

- Seamos razonables - me sentía estúpido hablando a una pelota de goma. La empujé un poco con el pie para que bajase por la ladera.

Pasó exactamente lo que tenía que pasar. Lo que había pasado continuamente desde hace días.

- ¡Maldita bola de mierda! ¿Qué te pasa? ¿Qué haces? Debe ser algo que te pasa. Pero entonces...¡Sólo tu puedes cambiarlo! - si antes me había sentido estúpido...

Bajé de la colina con grandes pasos. Vociferando, enfadado y dando patadas a los guijarros que encontraba.

La pelota siguió inmóvil hasta que el viento tuvo la suficiente fuerza para empujarla colina abajo. Paró al pie de ésta, junto a un arbusto.

3 comentarios:

alicia dijo...

Orgullo, pereza, ignorancia, miedo...
¿Qué era el dedo invisible?

Jarrek dijo...

No te lances.
Fuerza de voluntad, civismo, generosidad, bienestar...
No he dicho que ese dedo invisible fuese una característica negativa.

be dijo...

Nada como liberarse de vez en cuando