Pero llega un día en el que te das cuenta de que has estado soñando en lo imposible. Te vuelves a levantar, sacudir la ropa y recolocarte la cabeza y justo cuando empiezas a volver a la normalidad tropiezas de nuevo para volver a darte cuenta de que sigues soñando. Que eso también es imposible. Así que equilibras la cabeza, miras un poco menos alto, y sigues caminando.
Y es que hay llamadas que realmente merecen la pena
Un buen consejo (o algo parecido)
Se le ha caido a
Jarrek
el lunes, 21 de abril de 2008
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Lo real
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