Dejé a un lado el bolígrafo, y sostuve el cuaderno con una mano. Miré una última vez la página escrita a medias. Era la segunda o tercera del cuaderno, el resto estaban vacías. Listas para ser llenadas de situaciones, emociones, experiencias y sueños.
No éste cuaderno
Realmente no fue una buena idea empezarlo. En ningún momento tuve la certeza de que fuese bueno hacerlo, pero lo hice. Quizá la tentación fuese demasiado fuerte y seguramente coincidieron un mal momento, una mala situación y un descuido propio. Pero ahora nada tiene sentido, sólo se que no voy a seguir.
Me acerqué a la chimenea, donde el fuego crepitaba tranquilo, y arrojé el cuaderno entre las brasas. Las llamas se avivaron al instante al devorar el papel y lentamente todo se tranquilizó, quedando solo los restos grises del papel quemado.
Me dirigí a la cocina para tomar un vaso de agua. Había hecho lo correcto, estaba seguro. Sin embargo un intenso sabor a ceniza me inundaba la boca
2 comentarios:
Es curioso, una vez alguien me dijo que uno de sus momentos mas...digamos relajantes, era cuando quemaba un papel que habia escrito en cierto momento de desesperacion y desahogo.
Se dice/se comenta que puede llegar a ser una de las experiencas mas liberadoras.
No se si era el objetivo de ese papel en el fuego o solo era un error cometido, pero bueno, lo comento igual, jeje
cuando te vemos por la escuela?? :p
Muy poético
aunque...
ecológicamente reprobable.
Saludos. Que no te aburras.
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