Un empujoncito

La pelotita estaba en la cima de la colina. Si hubiese sido de color marrón no se habría distinguido de la tierra que cubría toda la colina. Era una visión extraña, una loma de laderas empinadas con la punta redondeada. Y allí arriba una pelotita de color rojo chillón, sin saber muy bien cómo había llegado allí, sabía que tarde o temprano acabaría bajando.
En aquellas alturas soplaba demasiado el viento y la temperatura era más baja, además la lluvia azotaba sin resguardo posible y el sol pegaba todo el día...
Vamos, que no estaba a gusto allí arriba. En cualquier momento bajaría rodando y terminaría su suplicio, pero no podía. Porque estamos hablando de una pelota. Sensible por aquello de notar el frío y calor, la lluvia... pero una pelota al fin y al cabo que no puede rodar a su gusto.
Al tercer día alguien subió hasta allí arriba y como compadeciéndola, la tocó suavemente impulsándola hacia la ladera. La pelota bajó alegremente por la cuesta agradecida de todo corazón a aquella mano que le había dado lo que más necesitaba en ese instante. Por que sabía que tarde o temprano habría bajado de allí. Sabía que la velocidad aumentaría hasta un punto de la ladera, donde volvería a disminuir hasta detenerse por completo a algunos metros de la loma. Y allí abajo sabía que estaría tranquila.
Pero ahora, gracias a ella, había sentido la velocidad de la bajada con toda su ilusión. Y a pocos metros de la loma, varios metros por debajo de la cima, se sintió tranquila

3 comentarios:

Anónimo dijo...

:-)

Anónimo dijo...

Un empujoncito eh?
Ainss y que te tenga que ayudar yo...

Y para el próximo día: menos picante por favorrrr :-P

Jarrek dijo...

De vez en cuando uno necesita que le den un empujoncito, aunque lo hagan sin darse cuenta :D

Martukis:contenta te veo :P

sandra: ¿Picante? La próxima vas a ver...