Eligiendo (o intentándolo)

Todo estaba oscuro. Me rodeaban cientos de cintas de seda blanca que caían desde arriba. Inclinando la cabeza no logré distinguir el origen de las cintas entre la absoluta oscuridad en la que parecía sumergido. El tener una pizca más de curiosidad que miedo hizo que tocase levemente con la mano una de las cintas. Un pequeño chispazo saltó hasta uno de mis dedos y una extraña vibración recorrió mi cuerpo a la vez que mi mente se llenaba de sensaciones desconocidas para mí. Veía un par de niños que me sonreían, y una mujer que me sonrió con cariño antes de besarme. Estaba en una casa con jardín, sentado en una hamaca al sol. Y de repente un frío estremecedor me devolvió a la realidad, rodeado de nuevo de cintas. La única diferencia es que la cinta se había convertido en una áspera cuerda.

Sin pensarlo dos veces agarré otra de las cintas sin dudar. La misma sensación anterior me llevó ésta vez a un pequeño piso. El ajetreo de la calle atravesaba las ventanas aun permaneciendo cerradas. Estaba solo, y asomándome a la ventana vi que la calle, coches y gente que caminaba por ella parecían pequeños desde la altura. En la habitación, a mi derecha, una pantalla de ordenador con varias ventanas abiertas rodeada de papeles de trabajo.

De nuevo rodeado de cintas, solté la cuerda y toqué otra de las que tenía cerca. Esta vez el ya casi familiar estremecimiento me dejó en una ciudad que no conocía. Con el peso de una mochila en la espalda, revisé mis bolsillos y sólo encontré el pasaporte y unas cuantas monedas extrañas. Y entre las páginas del pasaporte, una tarjeta de algo que por las dos estrellas que tenía estampadas bajo unos raros caracteres debía ser una especie de hostal o pensión. De nuevo el frío hizo que todo lo que me rodeaba desapareciese.

Alargué de nuevo el brazo hacia otra cinta. Tan sólo hacía falta seguir buscando. Y cuando encontrase la que estaba buscando lo sabría.


Y tan sólo tendría que hacer un nudo para poderla distinguir y agarrarla de nuevo en el futuro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esperanzador...tiene tanta seguridad en que va a encontrar lo que busca, aunque ahora no sepa lo que es, que hace pensar que de verdad todo el mundo lo encuentra.

Aunque la pregunta es: ¿cuando lo encuentre, dejará de mirar en las demás cintas para ver lo que hay? ¿o no tendrá necesidad de seguir buscando?
De todas formas, una vez hecho el nudo, siempre podrá volver...


Buaaah!! Menuda rallada!! Y que serio me ha quedao!!jaja. Si es que en el fondo a mi también me gusta darle vueltas a la cabeza de vez en cuando :-D

Anónimo dijo...

Yo seguro que dejaba todo lleno de nudos jajaja
Y una vez estén todas revisadas cogería de nuevo una y al rato otra...

Inconstante, como me has dicho alguna vez.Un beso!

Jarrek dijo...

Creo que lo difícil es encontrar la mezcla ideal. Los casos tienen su miga: la tranquilidad, el mantener la cabeza ocupada con cosas y la diversión de ver cosas nuevas. ¿Tres nudos quizá?

Yo espero a una cinta en la que tenga un poquillo de todo. Haría un nudo y me quedaría con ella hasta encontrar otra mejor. Se trata de ir mejorando...

Y bueno, no veo muy posible encontrar alguna tras la que no necesite seguir buscando. Sería algo así como perfecto. Pero como no creo demasiado en la perfección...

Gracias por los comentarios. ¡Así da gusto oye! XD