Un fin de semana quedó con los mismos que el anterior. Extrañado, no le dí demasiada importancia hasta que el siguiente volvió a ocurrir. Intrigado comencé a observar la situación a diario.
Parecía mas contento. Claramente mas contento. Dejo de ir a ciertos sitios hasta que prácticamente visitaba contados lugares. Lugares extraños por cierto, con el suelo marrón, blando y viscoso con un aspecto que desde mi punto de vista no incitaban a vistar (aunque supongo que todo es acostumbrarse). Caminaba por la calle con los ojos cerrados, que solo abría si en determinados momentos. Tambien empezó a dejar de quedar con determinadas personas, dejar de hablar con otras y dejar de verse con otras.Parecía como si hubiese hecho una selección de hechos, acciones y personas y se hubiese quedado con lo que era más importante para él. Supongo que no fue un cambio brusco, pero a mi me lo pareció. En cualquier caso, parecía mejor y mas a gusto consigo mismo.

A mí, que lo veía como he dicho desde muchos metros de altura, me sorprendió ya no sólo su actitud sino donde pasaba la mayor parte del tiempo y su conformidad con la situación. No es lo mismo ver las cosas desde aquí arriba. Se tiene una visión más amplia - me dije. Aún así...no entendía nada. Supuse que en todo aquello habría alguna razón que se me escapaba.
Asomado por el borde, agité la mano sobre mi cara para espantar a una mosca que llevaba un rato molestándome mientras le observaba. La mosca se alejó asustada y se posó en una cagada de perro que algún dueño poco cívico no se había dignado en recoger. Miré de nuevo hacia abajo desde el borde y a continuación observé a la mosca. Volví a mirar hacia abajo.
Me alejé del borde.