Una parada, otra, otra más. Y yo pensando en comer algo y tirarme en la cama (el orden no importa). Una, dos, tres... parece que hoy mi línea tiene más estaciones que otros días. La poca gente que veo no saca los ojos de un periódico, se mira las piernas o miran los diagramas de las distintas líneas pintadas encima de las ventanillas del vagón. No tengo periódico y aunque me gustan, verme las piernas estando de pie me parece algo ridículo. Así que me pongo a mirar distraído hacia delante.
Es llamativo, los colorines y eso. Contrasta con los tonos del resto del vagón. Un cartelito arriba parece que explica como se debe usar. Paso de leer lo que pone, me fío de los dibujitos. Parece sencillo. Estaría bien probarlo. Aunque algo me dice que no. Para ver si funciona y eso, claro. Ya, pero es que quizá...
Cruzo de un paso al otro lateral del vagón. Miro la primera viñeta. Fácil. Alzo la mano y tiro con fuerza hacia abajo. El tren frena de golpe y la gente se desliza por los asientos mientras yo, a pesar de haberme sujetado a conciencia, casi pierdo el equilibrio. Una lucecita roja se enciende frente a mis ojos y miro la segunda viñeta. Ésta es algo más confusa. La gente del vagón me mira con cara de pocos amigos. Indeciso, me acerco a la placa metálica:
- Un arroz tres delicias y un pollo a la naranja. No, no quiero nada para beber

Mierda, no lo hice
Y salgo corriendo del vagón. He llegado a mi parada. Quizá la línea no fuese tan larga
2 comentarios:
Simplemente buenisimo, me ha molado mazo porque a mi tambien me ha pasado...
uff ya me imagino a mi me paso justo lo contrario, tiraba y tiraba de la palanca y la puerta por dodne debía bajar era la que estaba a mis espaldas jejeje
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