Vistiéndose


Abrió con pereza el armario, imaginando que la visión de la ropa le ayudaría a decidir que ponerse. En la primera percha estaba, brillante y espectacular, la Autoestima. No estaba demasiado acostumbrado a llevarlo, así que pasó la percha para reparar en el corte sencillo y color poco llamativo de la Humildad. Joder, tampoco es eso. Siguió deslizando prendas de un lado a otro de la barra metálica. El tejido casi transparente de la Sinceridad, el corte serio y refinado de la Conciencia, la fuerte tela de la Tozudez, los vivos tonos de la Alegría, el negro impecable del Pesimismo... Pero no se decidía por ninguno. Y así llegó a la última. Indeciso, la observó con atención antes de optar por descolgarla y vestirse. Siempre que se lo ponía le pasaba lo mismo. No estaba seguro de qué era la chaqueta y qué el pantalón. Cuando terminó se miró en un espejo para, como siempre que se vestía con la Inconsciencia, no saber si le quedaba bien o mal.

Bueno, no creo que pase nada - pensó justo antes de salir por la puerta

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