En el autobús


Subió corriendo al autobús segundos antes de que cerrasen las puertas y empezase a moverse. Buscó un hueco cercano al conductor, ya que estaba lleno de gente, y algo le llamó la atención.
Era un hombre de mediana edad. Llevaba traje, con corbata y todo, y una pequeña y elegante maleta en su mano derecha. Pero era su cara y su actitud lo más extraño de todo. Miraba hacia todos los lados con una curiosidad casi infantil con unos ojos que dejaban una sensación rara cuando los tenías clavados en ti.
A los pocos minutos de viaje el hombre empezó a hablar:

- Un gran invento el autobús. Parece mentira que funcione...es la grandeza del ser humano. Un conjunto de piezas que gracias a estar unidas pueden realizar una acción impensable por separado.

No había duda, le estaba hablando a él. Giró la cabeza para comprobar que efectivamente el hombre le estaba mirando sonriente, como esperando una respuesta. Tras un instante de duda, tras no llegar réplica, continuó:

- Y algún día alguna pieza fallará y todo el conjunto quedará inútil. No funcionará. No es si no otro ejemplo de la limitación del ser humano para la creación. Yo no tengo ese problema ¿sabes? No, no me refiero a lo de crear, si no a ser humano

La sospecha de que algo no era normal en aquel tipo era cada vez más acuciante. Sobre todo tras la última intervención. Pero picado por la curiosidad se decidió a hablar con él.

- Sí, es lo que tiene ser humano. La vida, la muerte, el hambre... - "Hala, de perdidos al río"

- Me temo que no te puedo ayudar en eso, no tengo mucha experiencia en esas cosas. Ni siquiera siento frío, a pesar de que en el infierno se está mas calentito... - miró al exterior por una ventana, con algo parecido a nostalgia.

- Ya, eso es porque no ha venido a Madrid en verano. Hay días que no corre ni pizca de viento y el asfalto quema por el calor hasta por la noche, horas después de que haya caído el sol. - "Pero parece que tiene sentido del humor. Creo"

Y a pesar de lo extraño de la conversación, el resto de la gente de alrededor los ignoraba. Aunque era bien cierto que intentar no llamar la atención era lo común cuando algún borracho o loco subía al autobús y se sentaba cerca de ti.

- Ya, pero en verano no se puede dejar el Infierno en otras manos. Todos los años desde el final de vacaciones de verano hasta que los polvorones, el frío y las comidas copiosas empiecen a hacer de las suyas tengo una temporada tranquila. Hoy mismo he dejado a un diablillo, bastante prometedor por cierto, encargado de los asuntos administrativos. Pero no estoy tranquilo. Creo que no se me da bien eso de delegar....

Era simpático, eso era indudable. Además en vez de a azufre tenía un tufillo a puro mezclado con colonia "potente" Ah claro, y estaba loco como una cabra. "Pobre chalado"

- ...y hablando de otra cosa. En la siguiente parada me bajo. Ojalá algún día pueda pasarme en verano. Bueno, espero que no nos veamos en otras circunstancias

El hombre se puso mirando hacia la puerta y dio la espalda al muchacho. Éste empezó a sentir una especie de alivio con su inminente marcha. La cabeza de ese hombre no estaba bien, eso estaba claro. "Mira que creerse el Diablo..." Cualquiera sabe donde irá tras apearse.
El autobús aminoró velocidad hasta parar y la puertas empezaron a abrirse. El hombre tomó impulso hacia la puerta, pero paró con un tirón y se dio la vuelta señalando a los pies del joven. Algo alargado y rojizo salía de debajo de uno de sus zapatos.

-Disculpa, me estas pisando - dijo antes de liberar su cola con un tirón y bajar del autobús

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