Pensamientos mañaneros

Salgo de mi casa medio resacoso por falta de sueño y exceso de fiesta y me encuentro a un hombre pidiendo 50 céntimos para entrar al metro. Si, 50 céntimos. Un tipo encantador que me ha empezado a explicar que si se le había olvidado la cartera o no se qué (véase mi condición un par de linea mas arriba)
El caso es que me ha pillado blando/en un momento tonto/generoso/con prisa/despistado y se los he dado.
- De nada. Hasta otra - le he soltado mientras me dirigía a mi andén.
A veces me sorprendo de lo que afectamos a la vida de otra gente en determinados momentos. Tanto para bien como para mal. Yo que siempre tiendo a ser independiente en contadas ocasiones me veo en merced de otras personas que ni siquiera conozco. Y es lo suyo. No vivimos en una burbuja aunque veamos a la gente pasar a nuestro lado como si fuese una simple figura.
A los diez minutos, rodeado de gente desconocida en el vagón casi he envidiado al hombre que pedía los 50 céntimos. Al menos él había descubierto que la marea que le rodeaba tenía vida

0 comentarios: