Permaneció así un par de días, humedeciendo de vez en cuando la superficie de la pierna para que no se formasen grietas por un secado demasiado repentino. Una vez seco, se levantó con cuidado. No estaba acostumbrado a tanto peso y parecía que fuese a perder el equilibrio en cualquier momento, pero poco a poco se fue acostumbrando. Caminó por la casa e incluso salió un rato por la calle. La capa que recubría su cuerpo le aislaba del exterior. El calor del sol llegaba a duras penas hasta su piel, y siempre que se mantuviese un buen rato bajo sus rayos. Al cruzar la calle tropezó con uno de los bolardos, pero salvo el tropiezo no acusó dolor ninguno. En cambio, el bolardo quedó torcido y un poco abollado por el golpe.
Siguió por la calle encantado con su actual estado. Con una extraña sensación de poder, se veía capaz de todo y miraba indiferente a su alrededor. Nada le afectaba. Y eso le gustaba.
A los pocos minutos, paseando se encontró con ella. Intercambiaron un par de frases, pero tenía prisa y se separaron pronto. Cuando se hubo alejado continuó avanzando distraído y a los pocos pasos tropezó con una baldosa rota y cayó hacia delante. En la caída apoyó las manos, cuyas muñecas le dolían ahora terriblemente. Se levantó y observó con sorpresa que tenía las palmas de las manos desgarradas y sangrando.

2 comentarios:
Vaya, eso me suena.
Va a ser que a veces tiene algo de sentido lo que escribes XD
Está genial
Ya, de algo tendré que escribir digo yo. Digamos que soy incapaz de escribir continuamente cosas sin sentido :-P
¡Por fin te animas!
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